26 de diciembre de 2008

CENCELLADA


Cencellada: una bonita palabra traída a esta bitácora como pretexto para colgar unas imágenes del solsticio de invierno.

16 de diciembre de 2008

Archisílabos


Ah, el placer de alargar las palabras innecesariamente, es decir, sin necesariedad. Aurelio Arteta lo explica alto y claro aquí, hoy mismo.

6 de diciembre de 2008

AUTOMOTRIZ


También a mí la palabra automotriz me parece más bonita que su masculino automotor. Pero la razón estética no justifica el incumplimiento de las leyes de concordancia. Mal podrá salvarse el sector automotor si como primera medida lo sometemos a operaciones de cambio de sexo.

4 de diciembre de 2008

To win or not to win, that's the question


Estoy desconcertado. Si «dejarse ganar» es perder, al indicar que el Levante se «dejó perder» ¿están diciendo [1, 2, 3, 4, 5] que ganó el dichoso partido? Agradeceré que alguien me lo explique, porque los arcanos del lenguaje futbolero no están hechos para este humilde observador de palabras.

2 de diciembre de 2008

LEGAL


«Si eres legal, eres legal». Pretendiendo hacer gracia con la polisemia, cayeron en la tautología. A no ser que esto tenga que ver con lo que dice el pirata de Hidalgo Bayal: «Desde que perdí el ojo, leo la mitad». Le quitamos al eslogan la mitad, lo ponemos en imperativo y entonces queda bien, sin aspavientos de publicitarios ingeniosos.

27 de noviembre de 2008

SINERGIA


El término «sinergia» es una de esas palabras-sonajero que llenan la boca de ciertos hablantes con tendencia a la verborrea y a la afectación. Se usa mucho últimamente. Hay sinergias por doquier: en la economía, en la cultura, en la pedagogía, en la política. Pero, como tiende a ocurrir con las palabras de moda, no siempre se emplea correctamente. «Sinergia» es un vocablo tomado de la biología, donde sirve para designar la acción ejercida por dos o más órganos que, al cooperar entre sí, cumplen mejor una determinada función. Esa precisión científica desaparece cuando, importada la palabra al traicionero terreno de la metáfora, oímos decir que un grupo musical «trasladó su sinergia» al público que había acudido al concierto, o leemos que «Obama aportará sinergias a las minorías y los colectivos más desfavorecidos». Sinergia no es lo mismo que «energía» o «fuerza». Ni una marca de automóviles puede anunciarse hablando de su «sinergia internacional» (en vez de «implantación»), ni es correcto que los directivos de un banco declaren haber «optimizado las sinergias de la entidad» (en vez de «los recursos»). Por otra parte, para que exista sinergia debe haber más de un sujeto. El prefijo griego «sin-» indica justamente vínculo, alianza, unión. Así pues, de no haber una acción conjunta entre varios elementos, no es posible hablar de «sinergia» ni siquiera en sentido figurado. Ha de darse otra condición: que de esa acción conjunta resulte un efecto superior al que produciría la suma de efectos individuales. Gran parte de las «sinergias» de que oímos hablar no son tales, sino simples colaboraciones o contubernios pasados por la cosmética verbal.

Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 15.11.08.

26 de noviembre de 2008

24 de noviembre de 2008

CONFERENCIA


"Quitar crucifijos no favorece la conferencia", declaró el portavoz de la Convivencia Episcopal.


(El País digital, 24.11.08)

Violento castellano


Y dijo un gallego: "¿qué ten que ver o touciño coa velocidade?"

20 de noviembre de 2008

GENÉTICA


Una entidad de ahorro busca «profesionales con genética innovadora». ¿Qué cualidad será esa de la «genética innovadora»? ¿Algo que poseen los mutantes, tal vez? Imposible saberlo. Y tampoco es fácil adivinar qué sistemas de búsqueda y selección de personal van a aplicar para conseguir sus fines, pero al leer esto uno se teme lo peor.

17 de noviembre de 2008

PEÑA


Una peña, además de un trozo de roca, es un grupo de grupo de personas. No un grupo cualquiera, sino una asociación fundada para realizar determinadas actividades. Hay peñas formadas por seguidores de equipos de fútbol o por devotos de un jugador concreto, como las hay de ‘fans’ de determinados cantantes. Otras peñas vienen de lo que antaño se llamaban «círculos» o «sociedades» de carácter recreativo, desde las que amenizan las fiestas patronales a lo largo y ancho de la piel de toro hasta aquellas otras cuyos socios matan el rato dándole al naipe, u organizan tómbolas de caridad, o hacen quinielas. Aunque el término tiende a desaparecer en favor de otras denominaciones más modernas, sigue conservando este uso. Pero recientemente se ha venido a añadir a él otro nuevo, de significado más amplio: el de «peña» como sinónimo de «gente». «La peña está descontenta con la situación económica» o «en el concierto había mucha peña», son expresiones desenfadadas donde «la peña» ocupa el lugar que hasta hace poco tiempo hubiera ocupado «el personal», ya de capa caída. Suele decirse que las jergas juveniles huyen del idioma de sus mayores y crean registros alternativos dictados por la rebeldía, la transgresión y la novedad. No es del todo cierto, al menos en esta «peña» tomada del castellano más común. Incluso es posible que dentro de poco la «peña» que perdure no sea la primera, la que rivaliza con club, sociedad, agrupación, equipo y otros nombres colectivos similares, sino la más nueva, tan instalada ya en el habla que hasta aparece en situaciones nada informales y pronunciada por gente culta. Por peña respetable. Por mucha peña instruida.

Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 8.11.08.

10 de noviembre de 2008

ESCUCHANTES


No es lo mismo «escuchar» que «oír», aunque hayamos llegado a un punto en que los dos verbos se emplean indistintamente, con preferencia por el primero. «He escuchado un ruido en la casa», «se escucharon disparos», «con este aparato no se escucha bien», decimos en frases donde en rigor deberíamos emplear «oír». Oír es percibir un sonido; se trata de una acción meramente física, en la que el oyente adopta una actitud pasiva. «Escuchar», en cambio, denota una voluntad de oír, una atención, un interés por comprender el significado o el valor de aquello que se oye. Para oír basta con tener el sistema auditivo en razonable estado de conservación. Escuchar requiere una determinada disposición del ánimo hacia la persona o cosa escuchada. En un conocido programa radiofónico del fin de semana, la conductora acostumbra a llamar «escuchantes» a sus oyentes. Da a entender que les supone atentos a sus mensajes, dispuestos a recibir la comunicación, y de ese modo los ennoblece al distinguirlos del simple receptor de ruidos que tiene la radio puesta como fondo musical o para que le haga compañía sonora. El incremento de «escuchar» en perjuicio de «oír» cuando de actos comunicativos se trata puede llevar a una conclusión feliz: cada vez estamos más interesados en las palabras de los demás, somos más receptivos, nos mostramos dispuestos a atender razones y a colocarnos en el lugar del otro. Por desgracia, no parece que sea así. Uno de los signos de esta época ruidosa es que tendemos a hacer oídos sordos a casi todo lo que se nos dice, y nos limitamos a oír como quien oye llover. O, si lo prefieren, como quien «escucha» llover.


Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 1.11.08.

6 de noviembre de 2008

NEGRO


Martes negro. La de chistes verbales que no habrán circulado y circularán a propósito del origen étnico de Obama. Este periódico argentino jugó en su portada con las cartas marcadas de la polisemia. Si salía vencedor, el negro era el color de la piel; si salía derrotado, el negro era el color del fracaso. En fin: así se hace el nuevo periodismo.

POL. INC.



Vistas las cosas, y ante el neopuritanismo verbal que nos invade, no podemos por menos de estar de acuerdo con Rafael Reig cuando hace esta sugerencia:



«Mi modesta proposición es sencilla: que se actualice el diccionario académico en su parte pedagógica. Igual que ahora nos informa si un uso está obsoleto o es coloquial o familiar, o propio y exclusivo de una región, ¿por qué no nos dice también entre paréntesis que es políticamente incorrecto? No costaría nada añadir a los vulg. y demás abreviaturas la de pol. inc.» (texto completo)



5 de noviembre de 2008

REPASO


Dice el DRAE:

4. m. coloq. regañina.
dar un ~ a alguien.
1. loc. verb. coloq. Demostrarle gran superioridad en conocimientos, habilidad, etc.


Este repaso en toda regla debería quedar expuesto en todas las bibliotecas y librerías del país, en favor de Nietzsche primero, y después para evitar las incalculables consecuencias que un trabajo de traducción mal hecho puede provocar entre lectores, estudiosos y aprendices. ¿Cómo es posible que ocurran cosas así?

4 de noviembre de 2008

MALOGRADO


Se dice de algo que «se malogra» cuando no llega a término, y también si no consigue el efecto previsto o esperado: «el espectáculo se malogró por culpa de la lluvia», «se ha malogrado el proyecto que llevaba dos meses en marcha». Aunque en muchos casos el verbo cumple el mismo papel que «frustrar», no siempre son sinónimos. Sólo puede malograrse («lograrse mal», etimológicamente hablando) una acción que ya ha sido iniciada; pero las ilusiones, los sueños, los planes que quedan en la simple intención no se malogran, sino que únicamente se frustran. Es frecuente emplear el participio «malogrado, a» para hablar de personas fallecidas en la flor de la edad, sin haber podido disfrutar completamente de la juventud o de la madurez, dejando inacabada una obra en marcha. Así se oye hablar de «la malograda Marilyn», «el malogrado García Lorca» o «el malogrado Ayrton Senna». Un uso apropiado. Pero la insistencia en esta acepción fúnebre del término lleva a veces a suponer erróneamente que sirve para todos los muertos más o menos célebres, independientemente de la edad o de las circunstancias en que pasaran a mejor vida. Es lo que algunos han dicho y escrito a propósito del «malogrado Paul Newman», fallecido semanas atrás a los ochenta y tres años. Sin duda la muerte del actor que removió los corazones de millones de mujeres y hombres dejó un rastro de tristeza en todo el mundo. Pero «malogrado» no expresa emociones, como parece que se pretende transmitir en estos casos. Para eso ya están «llorado» o «añorado», por ejemplo. Por suerte la de Newman fue una vida plena, a la que llegó su hora sin venir a «malograr» nada.
Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 28.10.08.

22 de octubre de 2008

TRAS


En su sentido temporal, la preposición «tras» indica posterioridad. La acción relejada por el sustantivo o el verbo a la que acompaña es anterior a otra acción que se menciona: «Tras llegar al aeropuerto, tomó un taxi», «la reunión se celebrará tras el desayuno». «Tras» equivale, por tanto, a «después de». No habría necesidad de aclararlo si no fuera porque de un tiempo a esta parte van creciendo algunos usos desviados de la preposición, especialmente en el ámbito informativo. Hoy se encuentran por doquier titulares de noticias del tipo «fallece una persona tras ser arrollada por el tren» o «muere tras recibir un disparo y una puñalada», donde todo hace suponer que los óbitos se produjeron en el acto y no tiempo después de las respectivas agresiones. Sería preferible decir «al ser arrollada», «al recibir». Pero si discutible parece el empleo de ese nuevo «tras» de simultaneidad, menos justificado resulta cuando la preposición adquiere un valor causal. Con frecuencia tendemos a confundir el encadenamiento temporal de dos sucesos con las relaciones de causa-efecto entre uno y otro. Es la vieja falacia del «post hoc, ergo propter hoc» (después de esto, luego a causa de esto) que nos hace percibir el trueno como consecuencia del rayo. Al decir «más de doscientos niños permanecen ingresados en China tras ingerir aceite de mala calidad» (y no «por ingerir») o «Wall Street sube un 3% tras anunciarse el plan de rescate» (y no «por efecto de» o «a consecuencia de» o «gracias al anuncio»), las relaciones temporales quedan en segundo plano para dejar paso a las causales. Un uso cuando menos inapropiado.

Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 18.10.08.

21 de octubre de 2008

BEBÉ-MEDICAMENTO


El frasco

Los ingeniosos de turno no han tardado en ponerle la denominación y con ella el sambenito. Bebé-medicamento, así han llamado al niño nacido en Sevilla por selección genética. Eso permitirá proceder a un fraternal trasplante de médula mediante el que curar a su hermano mayor. Sería una bonita y conmovedora historia, digna de contarse no solamente en las facultades de Medicina sino también en las sesiones de catequesis donde se habla del amor al prójimo, si no fuera porque un sector muy influyente de la opinión pública ha dicho que no. Que no está bien. Que es aberrante. Que lo que a la mayoría de la gente normal –ustedes y yo, supongo- le parece un logro de la ciencia y un acto humanitario, a los portavoces oficiales de la Iglesia Católica les causa una profunda incomodidad. Siempre que la Iglesia se pronuncia sobre asuntos ajenos a su negociado celestial nos asalta la duda de si merece la pena entrar al trapo de la discusión. Esta vez me temo que es preciso. No porque sus razones sean de peso, sino porque merced a la etiqueta de «bebé-medicamento» están creando un insidioso estado de opinión. Al llamar de esa manera a la criatura recién nacida la condenan de antemano al trauma. La cosifican. Dan por sentado que siempre cargará con el lastre de haber venido al mundo no a vivir su propia vida, sino como un instrumento terapéutico para salvar la vida de otro. Un ser subalterno, vamos. Me pregunto cuántos millones de mortales –clérigos incluidos- habrán hecho a lo largo de su existencia algo tan valioso como lo que ya ha hecho este niño apenas llegado al mundo. No ha venido con un pan debajo del brazo, sino con el remedio para una tragedia. No es moco de pavo. Pero la Iglesia y los neooscurantistas prefieren llamarle bebé-medicamento por ver si, de tanto repetirlo, el día de mañana se siente un infeliz poco querido por sus padres. O un manufacturado de fábrica. O un monstruo del doctor Frankenstein. Hay una guerra sorda contra la ciencia que libra sus batallas en la arena del idioma. Si a este niño le llamamos bebé-medicamento, ¿estaremos autorizados a partir de ahora a hablar de bebés-apretón, bebés-curda o bebés-catecismo a los engendrados por causas bien fortuitas, bien doctrinales, pero con todas las bendiciones apostólicas? ¿Y qué decir de los donantes de órganos o de sangre? Esa gente altruista a la que hasta ahora se le otorgaban condecoraciones, ¿habrá que rebajarla a la condición de hombres y mujeres medicamento y meterla también en un frasco?

(Publicado en El Correo, 18.10.08, y El Norte de Castilla, 19.10.08)

14 de octubre de 2008

Español en EE.UU.


Con motivo de la presentación de la Enciclopedia del español en Estados Unidos, nuestros filólogos y asimilados han vuelto a ver la botella medio llena en unos casos y medio vacía en otros. Estados Unidos ya es, después de México, el segundo país en número de castellanohablantes. Ahí está la parte positiva. Otra cosa es la valoración social de un idioma que aún anda lejos de equipararse con el inglés como lengua de cultura o de negocios y queda arrinconado en otros planos de la comunicación más humildes. El vídeo de arriba expresa a su modo lo que ya ha advertido Antonio Muñoz Molina: «Por desgracia, el lugar cultural del español nada tiene que ver con la estadística».

11 de octubre de 2008

'BAIDEFEIS'


En el habla coloquial nunca se sabe hasta dónde llega la creatividad y dónde empieza el dislate. Pero hay decisiones simpáticas que merecen quedar registradas en alguna parte antes de que ocurra con ellas lo que probablemente pasará con esta de la que hoy tomamos nota: morirá sin dejar recuerdo de su paso por el mundo. ¿De dónde sale ese baidefeis que tanto pronuncian los jóvenes? «He pillado un móvil nuevo baidefeis»; «Conseguí entradas para el concierto baidefeis», dicen. No hace falta saber idiomas para comprender que el término está construido mediante la traslación fonética de una supuesta expresión inglesa: «by the face». Lo bueno del caso es que en la lengua de Shakespeare esa fórmula no existe. «By the face» sería una traducción literal del español «por la cara». Así que no se trata de un anglicismo sino tal vez todo lo contrario: de la ridiculización paródica del anglicismo mediante un giro de ida y vuelta no exento de comicidad. El efecto grotesco queda remarcado por la conversión del modismo –compuesto de tres palabras- en un solo término, tal como ya puede verse escrito en diversos lugares, desde páginas de la red hasta vallas publicitarias. Si hubiera que precisar su alcance semántico, se diría que «baidefeis» es en parte sinónimo de «gratis» o «de gorra», pero también sirve para referirse a aquello que se consigue con atrevimiento y sin contrapartida: «se presentó en la cena sin que le invitásemos y comió baidefeis». Es decir, más que por la cara, «por la jeta», «por el morro» o, como ya se oye decir comúnmente, «por la patilla».

Publicado en 'Territorios', suplemento cultural de El Correo, 11 octubre 2008.

10 de octubre de 2008

Sino


Un premio tan distinguido, con una dotación tan alta, anunciado a toda página en un periódico de amplia difusión y, sobre todo, creado en recuerdo de Cervantes y el Quijote, bien hubiera merecido un diseño respetuoso con la ortografía y la gramática. Y esto lo hacen unas respetables instituciones supuestamente preocupadas por la defensa del idioma.

9 de octubre de 2008

CamelCase


Hay palabras con joroba, como los camellos. Al menos eso piensa el inglés, donde se ha impuesto la denominación «CamelCase» para algunos términos de nuevo cuño que se distinguen de las palabras comunes por el hecho de que junto a la mayúscula inicial llevan otra mayúscula en el interior. Dos mayúsculas, dos jorobas: un camello. El castellano ya adoptado varias de ellas, especialmente en el campo de la informática (donde la escritura CamelCase está relacionada, al parecer, con ciertos sistemas de programación); ocurre, por ejemplo, en determinadas aplicaciones de uso muy común como WordPerfect, PowerPoint o PageMaker, o en el campo de los juegos (PlayStation), aunque también penetra en otros ámbitos (el ya viejo CinemaScope, las tarjetas de crédito MasterCard, las agendas BlackBerry). Se trata de términos compuestos mediante el procedimiento habitual de la adición de dos lexemas o dos palabras sin separación entre ellas. Contra la regla que impone que el segundo elemento pase a escribirse con minúsculas, los CamelCase cargan a la palabra con una segunda jiba. El alboroto semiológico producido en esta era de la comunicación donde los signos van de aquí para allá como vaca sin cencerro ha entrado de lleno en las convenciones ortográficas y tipográficas. Las mayúsculas y las minúsculas andan desbocadas en rótulos, logotipos, nombres de marcas comerciales y hasta en los de persona (ya hay quien firma JuanJosé o MariMar). Estos camellos verbales vienen a sembrar nuevas dudas en la ya de por sí dificultosa tarea de escribir con corrección. A jorobar más al hablante, en fin.

Publicado en en 'Territorios', suplemento cultural de El Correo, 4 octubre 2008.

8 de octubre de 2008

CEBARSE


El castellano llama 'suerte' a la 'buena suerte', y cuando se refiere a la suerte adversa lo precisa acompañando el sustantivo del adjetivo correspondiente: mala, nefasta, horrible o lo que sea. En cuanto al verbo 'cebar' en su uso pronominal con el valor de 'encarnizarse' o 'ensañarse', es evidente que no puede llevar un sujeto que indique lo contrario. Ni el amor, ni la alegría, ni la riqueza se ceban en nadie. Lo harán, en todo caso, el odio, la tristeza o la miseria. Añádase a eso que el verbo cebar no rige la preposición 'con' sino que debe ir seguido de un complemento con 'en', y se entenderá lo molesto que resulta encender la pantalla y encontrarse este tipo de titulares. Y por cierto: ¿Rácing no debería llevar tilde?


(Edición digital de El País, 7 de octubre de 2008)

7 de octubre de 2008

Empobrecimiento


Lo dijo refiriéndose a la Argentina, pero perfectamente podría haberlo aplicado a España, y quizá con más motivo:


El director de la Academia Argentina de las Letras, Pedro Luis Barcia, responsabilizó hoy a 'la docencia y algunos medios' del empobrecimiento generalizado del uso del idioma español por parte de los jóvenes y los ciudadanos en general. El director de la Academia Argentina de las Letras, Pedro Luis Barcia, hoy en la Asamblea General de la SIP. Barcia responsabiliza a la docencia y los medios: 'Lo que más me preocupa son dos desvíos del idioma muy graves, la vulgaridad y la pobreza lingüística. Ha habido un empobrecimiento gradual de los comunicadores en el manejo de lo que era el esplendor y la riqueza del léxico que es muy penoso', dijo. Barcia participó en una mesa redonda sobre el idioma español en la primera jornada de trabajos de la 64 Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que se celebra en Madrid. Junto a él, disertaron sobre la situación de una lengua hablada por más de 450 millones de personas el director de la Academia Mexicana de la Lengua, José Moreno de Alba, y el director de la Real Academia Española de la Lengua, Víctor García de la Concha, con el presidente de la Agencia Efe, Álex Grijelmo, como moderador. El lingüista y profesor argentino recordó los tiempos en que 'los diarios nos enseñaron a escribir y las radios nos enseñaron a hablar', en contraste con el momento actual en el que 'para los comunicadores de radio y televisión todo es 'fantástico', lo mismo un cuento de Borges que unas medias caladas'. En su opinión, en este contexto 'la preocupación tiene que instalarse dominantemente en que los muchachos salen de la Universidad con un pésimo manejo de la lengua oral y escrita'. 'Las Universidades han dejado de lado la oralidad y sólo están en los trabajos escritos. Los profesores no están preparados para los lenguajes mediáticos', manifestó Barcia. (sigue)

23 de septiembre de 2008

REDUNDANCIA


Cuando en la cadena hablada surge una repetición léxica molesta al oído, es costumbre que el hablante se justifique con una vieja fórmula: «valga la redundancia». Es como si confesara ser consciente de que ha incurrido en un defecto de expresión y pidiera disculpas por ello. Pero el giro tiene también algo de arrogante indulgencia para con los propios errores. Al oír ciertos «valga la redundancia» da la impresión de que el emisor está dando por buena la falta en lugar de avergonzarse de su desidia verbal. Lo más curioso de la fórmula, sin embargo, no es esto. Como es sabido, su función metalingüística cobra sentido en el lenguaje oral, pero no así en el escrito. En la escritura es posible enmendar los errores mediante el sencillo procedimiento de tachar lo anotado y volver a escribirlo de otra forma más correcta o elegante, cosa que no ocurre al hablar. Pues bien, últimamente empieza a leerse «valga la redundancia» también en los papeles, y no precisamente con sentido jocoso sino acompañando a una torpe repetición de palabras. Y es aquí donde no vale en modo alguno. Si uno repara en la falta cometida, lo que debe hacer es tomarse la molestia de volver atrás y reformular sus ideas en otros términos, en vez de recurrir al perezoso procedimiento de insertar la locución de marras. Procedimiento al que, por cierto, sólo recurrimos en el caso de las duplicaciones léxicas pero no en otros errores comunes. No es frecuente decir «valga el anacoluto», «valga el vulgarismo» o «valga la falta de concordancia». ¿Qué tendrán las redundancias para que el idioma se muestre tan comprensivo con ellas?

Publicado en 'Juego de palabras', del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 20.9.08.

8 de septiembre de 2008

CAGADERO


Fuera eufemismos. Podría habérsele llamado «depositorio de excrementos caninos» o «el rincón de la mascota feliz», por estar a la altura de esta era del circunloquio verbal. Pero el servicio municipal de limpieza de Mutriku ha ido de frente y por derecho al saco de las palabras y ha decidido llamar «cagadero» a un lugar habilitado para que los perros hagan sus deposiciones. A las cosas hay que llamarlas por su nombre. Pero ¿es este su nombre? No estoy muy seguro a la vista de cómo define «cagadero» el DRAE : «sitio donde, en algunas partes, va la gente a evacuar el vientre». Nótese ese intrigante complemento de lugar «en algunas partes» -como si el acto de cagar no fuera una necesidad sin fronteras- y el remilgado sintagma «evacuar el vientre», que convierten la definición en algo impreciso y oscuro. Y aún causa mayor desconcierto la mención de «la gente», que excluye la posibilidad de cagaderos para seres no humanos. En fin, uno creía que los motriqueses habían acertado pero a la luz del farol académico diríase lo contrario.

4 de septiembre de 2008

Letras rodantes


Las palabras en el asfalto. He aquí un alfabeto sobre ruedas.

31 de agosto de 2008

Spanair, Espaner, Ispaner


Sería interesante saber en qué idioma lo pronuncian. He observado que un buen número de periodistas televisivos y radiofónicos dicen /ispaner/ cuando mencionan la compañía aeronáutica Spanair. ¿De dónde sale esa i de la sílaba inicial? Suena más hispánico, sin duda. O no, yo qué sé. Pero debe de ser una tendencia muy común, porque compruebo que hasta la propia web de la compañía se vio obligada a poner una nota aclaratoria para que nadie se extraviase buscando 'hispanair' en Google.

26 de agosto de 2008

GENOCIDAR


Fiel a su costumbre de redactar las noticias con arreglo a las normas del castellano más exquisito, el Teletexto de TVE ofreció la semana pasada esta perla de la que se han hecho eco algunos blogs atentos. Como podrá observarse, no tiene desperdicio. Huelgan los comentarios.

20 de agosto de 2008

Logroño Kabul


Y es que el mundo es un pañuelo.

18 de agosto de 2008

SAPRISTI


«Por la tarde Ana Isabel regresa a casa cargada con las bolsas de la compra. Estaba introduciendo la llave en la puerta cuando vio que la puerta del vecino se abría al tiempo que oyó un tremendo golpe, y el chasquido de algo que se rompe y toda la sinfonía de ruidos que acompañan esas pequeñas catástrofes de un jarrón, o un espejo que se hace añicos;; pero lo que no esperaba a oír por segunda vez en el día fue un sonoro y contundente: ¡Sapristi!»

Aunque la historia lleva colgada en la red casi un año, la traigo aquí con permiso de su autor porque hoy me ha hecho pensar en esas palabras que envejecen con nosotros y tal vez morirán también cuando nos vayamos. Sapristi es una exclamación del francés, proveniente de un Sacristi (Sacré, Sacré Christ) deformado. Un eufemismo a mitad de camino entre el juramento y la interjección remilgada, que en nuestra infancia acostumbraban a pronunciar bastante los personajes de tebeo y a Joaquín y a mí nos hacía mucha gracia.
(Para Joaquín, in memóriam)

14 de agosto de 2008

Unas deportistas longevas


Se sabía que la edad media del deportista está aumentando, pero nadie podía imaginar que hasta estos límites.

(El País digital, 14 agosto 2008)

12 de agosto de 2008

Toponimia de agosto


Unas pocas horas separan los dos encabezamientos. Pero, en estos días de sobresaltos territoriales, son suficientes para hacer pensar al lector en la fundación de un nuevo país o algo parecido. Lástima que la errata haya sido corregida: Almenia tiene que ser un bonito lugar donde vivir, o donde pasar al menos una temporada de veraneo.

11 de agosto de 2008

SABLAZO


(Portada de La Gaceta de Salamanca, 11 de agosto de 2008)


Tiene que ser muy tentador ver pasar la palabra delante de tus narices y no aprovecharla para un buen titular con supuesto doble sentido, aunque ni el campeón blandiera un sable ni su victoria ofrezca la más mínima sospecha. José Luis Abajo 'Pirri' ganó la medalla de bronce en la competición de espada, que es otra arma blanca, y lo hizo con todo merecimiento, sin estafar a nadie.

8 de agosto de 2008

*ANACLETAS


En la transmisión televisiva de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, la locutora María Escario explica una coreografía: «Esta escena está inspirada en las Anacletas de Confucio». El nombre propio Anacleto viene a singnificar más o menos «el que pide auxilio». Es lo que podía haber hecho la simpática locutora antes de contarlo: consultar, pedir ayuda. Pues, aunque no son fáciles de encontrar, todavía quedan ejemplares de las Analectas en algunas librerías.

7 de agosto de 2008

MERECIDO DESCANSO


¿Por qué todos los descansos son merecidos? ¿Qué habrá hecho este sintagma para convertirse en forzosa pareja omnipresente en todos los saraos de la prosa veraniega?

30 de julio de 2008

TILDAR, TACHAR


No anda el castellano escaso de términos para la crítica. Como puede apreciar cualquier cliente de locales de mala nota u oyente de tertulias radiofónicas, en nuestro idioma abundan los epítetos denigratorios, los insultos y las lindezas. Y, por si eso fuera poco, también disponemos de un extenso repertorio de verbos con los que formular opiniones y juicios negativos. Nos agrada enormemente calificar, censurar, acusar, afear, fustigar, reprochar, corregir y fiscalizar al prójimo. Y también «tildarlo», es decir, poner tildes o acentos sobre sus rasgos menos dignos. Pero el verbo tildar, que actúa seguido de la preposición «de», no siempre se acompaña de los términos correctos. Una reciente noticia de prensa rezaba: «Fraga tilda de ‘sandez’ la carta de Elgorriaga a Rajoy», sin tener en cuenta que lo que se tilda no son las acciones, sino las personas que las ejercen. Por el contrario, es acertado decir «El cocinero Fermí Puig tilda de ‘grosero’ a Santamaría» o «los antitaurinos tildan de ‘criminales’ a los defensores de la fiesta». El otro error, menos frecuente, que acompaña al verbo «tildar» consiste en asociarlo con cualidades y no con defectos, con valores positivos y no con faltas o apreciaciones negativas sobre la persona tildada. Así, se han podido leer titulares como «El alcalde tilda de ‘moderado’ el incremento de las tasas» o «La crítica tildó de ‘soberbia’ la actuación de la soprano». Tildar no es sinónimo de «calificar», como tampoco lo es «tachar» cuando se emplea con este mismo significado. De modo que evítense los usos impropios de ambos verbos, aunque nos tilden de puristas o demasiado escrupulosos.


Publicado en 'Juego de palabras', del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo.

28 de julio de 2008

EXCLUSIVO


Entre los tópicos de la persuasión publicitaria, el de la distinción siempre ha tenido un fuerte peso. No importa de qué producto se trate. Un automóvil, un bolígrafo, una línea de electrodomésticos o un surtido de embutidos atrapan más fácilmente al consumidor si se los presentan asociados con connotaciones de elegancia, refinamiento o buen gusto. Pero de un tiempo a esta parte los reclamos que apuntan a la necesidad de ser alguien, de sentirse un distinguido VIP y ser tratado como persona de alcurnia, están recurriendo a un discutible término: el epíteto «exclusivo». Nos ofrecen relojes exclusivos, televisores exclusivos, hoteles exclusivos. No es que sean piezas únicas ni que estén expresamente reservadas para nosotros y nadie más –que eso y no otra cosa significa el adjetivo en cuestión-, sino que se presentan como algo selecto, destinado a gente de buen gusto o alta posición. «Un exclusivo portátil para profesionales como usted», ofrece una marca de ordenadores. Y otra de productos de higiene: «cepillo dental con un exclusivo limpiador de lengua». La fascinación de «exclusivo» consiste en crear en el receptor la ilusión de la diferencia (aunque lo anunciado sean «miles de juegos de cocina exclusivos que sorteamos entre nuestros clientes»), rescatado de la insufrible vulgaridad en que se mueven nuestras anodinas vidas merced al consumo de un producto determinado. Pero se trata de un anglicismo incorrecto. O tal vez fuera más exacto hablar de un esnobismo lingüístico, de una de esas palabras de la neolengua que triunfan gracias a la humana necesidad de aparentar lo que no se es.

Publicado en 'Juego de palabras', del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo.
(La foto, de Monocromo)

22 de julio de 2008

PAPARAZZI


Cuando Fellini puso el apellido Paparazzo a un personaje de La dolce vita, lejos estaba de imaginar que aquel fotógrafo entrometido pasaría a designar a toda una tribu profesional: la de los ‘paparazzi’ aventureros que buscan fortuna en la indiscreción, el chismorreo y la invasión de las vidas ajenas. Hace tiempo que el castellano incorporó la palabra a su léxico para espanto de los puristas. Pero lo hizo adoptando el término en plural, es decir, acabado en –i y no en –o como correspondería al singular. Esta anomalía ha dado lugar a una controversia ciertamente absurda: ¿debe decirse «el paparazzo» o «el paparazzi» al hablar de una sola persona? Y si son varios, ¿habrá que llamarlos «paparazzi» o «paparazzis»? En lo que se refiere al singular, todo el mundo parece estar de acuerdo en que no tiene sentido usar la forma italiana en –o por la misma razón que nadie dice «un espagueto» ni llama «grafito» a las pinturas murales callejeras. Pero en el caso del plural las opiniones están encontradas. Mientras el Diccionario Panhispánico de Dudas establece la forma paparazis (con una sola z, por cierto), la Fundación del Español Urgente se aferra a paparazzi amparándose en la norma gramatical del italiano. No es éste un argumento de peso. Si hubiéramos de respetar los morfemas de número de todas las palabras foráneas, los camareros serían «los barmen» y no «los barman», no escribiríamos las direcciones en una «agenda» sino en un «agendum» y, en vez de «los campus universitarios» habría que decir «los campi»: cursiladas de redichos. Quedémonos con «paparazzi» para el singular e, indistintamente, «paparazzi» y «paparazzis» en plural, y asunto zanjado.


Publicado en 'Juego de palabras' del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo.

21 de julio de 2008

SPA


El hecho de que el completo ‘Nuevo Diccionario de voces de uso actual’ de Manuel Alvar Ezquerra (2003) no registre la voz «spa» da idea de la rapidez con que ésta se ha instalado en nuestro idioma. Ya no hay hotel, gimnasio o balneario que se precie que no incluya entre sus servicios el «spa»: un tratamiento medicinal o de relajación basado en el agua. Parte del repentino éxito del vocablo se debe, sin duda, a su configuración fonética. «Spa» no es un anglicismo del montón, sino que suena a moderno y a la vez a exótico, a limpio y al mismo tiempo a refinado. Una palabra muy manejable para colocarla en logotipos y rótulos de fachada. Mientras que «balneario» ―su traducción más aproximada— evoca edificios mohosos con galerías de altos techos y tristes azulejos por las que transitan pensionistas reumáticos y aristócratas venidos a menos, el cliente del spa se siente partícipe en la gran ceremonia rejuvenecedora y deportiva de la época. Pero ¿de dónde surgió la palabra, ya usada en inglés desde el siglo XVII? Parece que en origen está relacionada con el topónimo Spa, una ciudad belga cercana a Lieja conocida precisamente por sus aguas termales de propiedades curativas. Sin embargo, hay quien apunta a un acrónimo de procedencia latina, correspondiente al lema «Salus Per Aquam» (es decir, ‘a la salud por la vía acuática’). Como una explicación no está necesariamente reñida con la otra, admitamos ambas como buenas mientras nadie venga a desmentirlas, y demos la bienvenida a este nuevo huésped de nuestro concurrido léxico castellano.

Publicado en 'Juego de palabras', del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo.

18 de julio de 2008

Un calambur vaticano


He aquí una prueba de que el ingenio periodístico no baja la guardia en verano. El titular de este reportaje forma un ocurrente calambur aprovechando que el 'Sumo Pontífice' ha hablado sobre el consumo. Consumo... Pontífice, faltaría más. Y si en lugar de Pontífice hubiera puesto su sinónimo Papa, la cosa habría quedado redonda del todo.

17 de julio de 2008

Batallas perdidas: la diéresis


El yacimiento iberorromano de Ategua, cerca de Córdoba, está declarado Bien de Interés Cultural y en calidad de tal sometido a un exquisito régimen de protección por parte de las autoridades competentes. Lo que no parece tan cuidado en el área de protección es el idioma, a juzgar por la señal indicadora que orienta al visitante.


(Gracias a J.L.)

16 de julio de 2008

Dagnificados



Los *dagnificados ¿han padecido más o menos daños que los damnificados?


Gracias a T.

15 de julio de 2008

Ortografía imaginaria


«Una de las actividades que he programado en esta unidad se refiere al estudio de la ortografía de la b y la h. Para hacerla más amena, y de paso fomentar los valores de la interculturalidad, propongo que sea realizada por los propios alumnos, en forma de debate. Ya que en la clase contamos con dos chavales ecuatorianos, sería muy interesante que ellos explicasen al resto de compañeros las diferencias de uso de la b y la h en Ecuador y en España».

(Un profesor de Lengua castellana y Literatura defendiendo una unidad didáctica de 3º de E.S.O. ante el tribunal de oposiciones).

15 de mayo de 2008

Provocar


Cuando uno empieza a leer «el primer atentado de la legislatura provoca...» espera a continuación un complemento directo de sentido negativo: tristeza, dolor, indignación, destrozos, muerte. El verbo provocar, en su acepción de ‘hacer una cosa que ocurra otra como reacción o respuesta a ella’ (María Moliner), no parece admitir de buena gana complementos del estilo de «acercamiento». ¿Será entonces que, en el subconsciente del periódico que esto redacta, el acercamiento entre Zapatero y Rajoy pertenece al ámbito de los infortunios?

13 de mayo de 2008

Gazapos y conejos

Según la información del Gobierno de Canarias, estos días se celebran en la Islas unas Jornadas sobre inmigración con varias ponencias a cargo de acreditados expertos en diversas materias. En las sesiones de hoy martes 13 de mayo interviene, como puede leerse, una letrada del *Conejo General del Poder Judicial.

Y es que hay gazapos que están hechos unos auténticos conejos.
(Gracias a T.)

Xenofobia y ortografía


*Hechando *ostias. Perfecto. La haches en su sitio, como está mandado. Un nivel ortográfico parejo al nivel cívico del autor del cartel.
(La foto, de El País).

22 de abril de 2008

16 de abril de 2008

*USUARIADO

Los partidarios del «lenguaje neutro» proponen, entre otras fórmulas, la sustitución de los términos masculinos o femeninos por nombres colectivos que engloban ambos sexos. Así los ciudadanos pasan a ser «la ciudadanía», los trabajadores «la plantilla» y los profesores «el profesorado». A primera vista parece un procedimiento sencillo y razonable, sin duda más adecuado que los pesados desdoblamientos «ciudadanos y ciudadanas» o los forzados recursos tipográficos al uso como la barra duplicadora de «ciudadanos/as» o el signo de la arroba en «ciudadan@s». Junto a su indiscutible efecto salomónico —decir «la audiencia» dispensa de distinguir entre «espectadores» y «espectadoras»― está la razón gramatical, que reconoce sin reservas esta clase de nombres. Pero la semántica, por el contrario, no admite de buen grado todo cambio de sustantivos individuales por colectivos: dicen cosas distintas. En cualquiera de sus variantes morfológicas de género y número, el término «ciudadano» implica una consideración del sujeto como individuo particular que se esfuma en la masa informe y anónima de «ciudadanía». «Clientela» es un término sociológico, de mercado; «los clientes» son seres de carne y hueso, tengan o no razón cuando discuten con los tenderos. Es algo en lo que parecen no haber reparado los desfacedores de tuertos sexistas, tan obsesionados con la neutralidad que incluso crean neologismos al efecto. El último que ha llegado a nuestros oídos es «usuariado» (alternativa de «usuarios»). Aunque no lo crean, puede encontrarse en una voluntariosa «Guía rápida para un lenguaje no sexista» que reside en la Internet. Sin comentarios.

Publicado en 'Juego de palabras', del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 12.4.08.

14 de abril de 2008

AFICIONADO PROFESIONAL


El piloto automovilístico Fernando Alonso busca compañía. Alguien que le siga como su sombra por circuitos y boxes, que atienda sus compromisos con los fans, que se ocupe de su página web. Para seleccionar al afortunado, el banco que le pone las pegatinas ha insertado este anuncio en la prensa virtual: «Fernando Alonso busca aficionado/a profesional». En el lenguaje deportivo, las categorías de aficionado y profesional han sido tradicionalmente términos opuestos. El amateur practicaba su deporte por gusto y vocación, mientras que la actividad del profesional era retribuida. Ahora la diferencia entre lo uno y lo otro es más tenue, pero eso de «aficionado/a profesional» sigue sonando a oxímoron.

11 de abril de 2008

Diccionarios


«La única fe que no he perdido es la fe en los diccionarios».


Paul Léautaud, Journal littéraire (1893-1956). 27 de febrero de 1900.