28 de enero de 2009

PROBABLEMENTE


Al leer «probablemente» interpretamos que la afirmación subsiguiente viene suavizada por el respetuoso matiz de la duda. El adjetivo «probable» significa, en efecto, ‘verosímil, o que se funda en razón prudente’ («razón prudente»: es decir, que puede haber una «razón imprudente»). Pero esa es la primera acepción que da diccionario. Las otras dos dicen, literalmente: «Que se puede probar» y «Dicho de una cosa: Que hay buenas razones para creer que se verificará o sucederá». Mala costumbre, esta de no fijarse en las segundas acepciones de las palabras. Les dejo, sigan discutiendo.

27 de enero de 2009

PANTACA


La creación verbal en el mundo de la moda y la indumentaria no solamente se manifiesta en la continua incorporación de neologismos y nombres comerciales para designar ciertas prendas. En el lenguaje coloquial, y especialmente en los usos juveniles, de vez en cuando surgen términos que pronto alcanzan cierto éxito. Ahora ocurre con «pantacas», que es el nombre dado a los pantalones. Olvidado ya el origen del vocablo (el personaje de Pantalone en la Commedia dell’Arte italiana), «pantaca» se extiende imparable como señal de estar al día, pero asimismo como marca diferenciadora. Porque, aunque «pantaca» sirva para toda clase de pantalones, desde los tejanos hasta los de raya bien planchada, donde adquiere su más aquilatada aplicación es en los pantalones de cintura baja que dejan ver los ‘gayumbos’ (centenaria voz del caló ahora revitalizada como si de una rabiosa novedad se tratase) o, en su caso, el nacimiento de las asentaderas. El «pantaca» por excelencia es el pantaca caído que se alborota en la región de los tobillos amenazando con provocar un disgusto al portador en caso de tener que acelerar el paso. El mecanismo de creación del término es relativamente frecuente en las jergas. Se toma una palabra ya existente, se apocopa, y a lo que queda de ella se le agrega un sufijo, en este caso –aca. El sufijo -aca no tiene un valor unívoco. Unas veces produce efectos despectivos («sudaca» por ‘sudamericano’), otras trata de mover a risa («sonaca» por ‘loco’, ‘sonado’) y otras conserva un aire castizo que viene de antiguo («naturaca»). Viejas fórmulas, en fin, con aires nuevos.

Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 24.1.09

25 de enero de 2009

GRIPE


Si escurridiza y traicionera es la enfermedad llamada gripe, no menos accidentada es la historia de la palabra con que se designa. Su entrada en el castellano es tardía (aparece por vez primera en el diccionario de 1899); hasta entonces se empleaban la italiana influenza, el clásico catarro, de origen griego, o la tosferina o tos ferina (esto es, tos propia de las fieras). Grippe es voz francesa, que en el idioma galo desplazó en el siglo XVIII a coqueluche (nombre del capuchón que se ponía a los enfermos). Parece ser que el promotor del cambio fue nada menos que Luis XV, cuando una larga epidemia sobrevenida en 1743 que se alargaría un lustro. El monarca no inventó el término, sino que acudió a una voz ya existente que conocía dos acepciones: ‘garra’ (del antiguo griffe) y ‘fantasía súbita y caprichosa’ (de donde se creó el modismo irónico prendre en grippe: coger manía a alguien). No obstante, ya en el siglo XVI los alemanes empleaban para la enfermedad el vocablo germano-suizo das grüppi, derivado del verbo gruppen que significaba agacharse, temblar, estar alicaído o de mal temple: los síntomas de la dolencia. Así que el feliz hallazgo de Luis XV consistió en adoptar para una palabra francesa el sentido de otra extranjera muy próxima, agregándole metafóricamente la crudeza de la grippe o garra que atrapa violentamente y el incierto lirismo de ese estado de duermevela y leve delirio que asalta a los atacados por la maldita enfermedad.
(Cosas que escribe uno cuando está poco católico)

23 de enero de 2009

CICLOGÉNESIS EXPLOSIVA


Las furias de la Naturaleza arrasan nuestros paisajes pero a cambio enriquecen nuestro vocabulario. Esta vez las olas traen consigo un sintagma imponente: ciclogénesis explosiva. Cuando las aguas vuelvan al orden y los vientos pierdan sus bríos, quedará sin embargo el rastro de una apetitosa metáfora para uso de articulistas ocurrentes. Ya ha pasado antes. ¿Cuál será el primer asunto de nuestra agitada política al que alguien aplique el símil de la ciclogénesis explosiva? ¿El escándalo de espionaje en la Comunidad de Madrid? ¿El feroz ascenso de las cifras del paro? ¿Las no menos animadas elecciones autonómicas en el País Vasco? Lean, lean nuestros periódicos de las próximas semanas. Les apuesto algo a que vienen llenos de ciclogénesis explosivas.

21 de enero de 2009

Figuras literarias



Una clase práctica de retórica en el blog de Santos Domínguez.

13 de enero de 2009

TRISCAIDECAFOBIA (bis)


Para qué repetir comentarios si están ya hechos.
En cualquier caso, toquen madera
y tengan cuidado ahí fuera.

11 de enero de 2009

BIZARRO


Si a cualquier joven de hoy le preguntasen qué es una bizarría, lo más probable es que respondiera: una rareza, una extravagancia, una pasada de frenada. Porque el adjetivo «bizarro» acompaña ahora a fenómenos u objetos fuera de lo normal, sea una película de serie B con personajes deformes y argumento delirante, sea un bar de copas decorado a lo barroco y frecuentado por gente de mal vivir. Pero no ha sido siempre así. Desde su remota aparición en el castellano, «bizarro» designaba cualidades morales (valiente, enérgico, arrojado, generoso) o estéticas (lucido, elegante) propias de los caballeros. La bizarría fue durante siglos una virtud de personas nobles, y con este sentido elogioso se puede encontrar la palabra continuamente mencionada en los grandes autores del Siglo de Oro, desde Cervantes hasta Quevedo y desde Lope hasta Tirso. Aunque el DRAE sigue registrando estos significados sin considerarlos arcaicos, la nueva acepción de «bizarro» lleva camino de imponerse por influencia del inglés y también del francés, donde «bizarre» sí es lo mismo que ‘estrambótico’ y ‘raro’. Pocos epítetos habrán conocido una metamorfosis tan extrema como este «bizarro» que ha descendido de la gloria de lo laudatorio al oprobio de la marginación. Parece ser que el origen del término está en el euskera «bizar» (‘barba’), de donde pasó al francés y de ahí al resto de lenguas. Ya que las barbas no hacen al filósofo ni están de moda como antaño entre los hombres de armas, habrá que suponer que este ‘falso amigo’ es el reflejo de un cambio de gustos y de costumbres. Quién sabe.
Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 10.1.09.

3 de enero de 2009

BOCA A OREJA


Fuera de los canales publicitarios al uso hay otras vías para difundir un libro, promocionar una película o ensalzar el valor de cualquier otro producto artístico. Son los comentarios de quienes los han disfrutado. De pronto alguien transmite su satisfacción a otra persona, quien a su vez confirma el acierto y lo hace llegar a un tercero, y así sucesivamente hasta que la obra en cuestión acaba siendo conocida y apreciada por bastante gente. ¿Cómo denominar este procedimiento de difusión en el que no intervienen ni la crítica ni la mercadotecnia? Pues muchos lo llaman «boca a oreja». «La novela de Bolaño está beneficiándose de un insólito boca a oreja en EEUU», escribía días atrás un cronista cultural. Otro ejemplo: «La campaña de boca a oreja funcionó y colgaron el cartel de no hay billetes», al hablar de un concierto de rock. La locución es relativamente nueva. Para la transmisión de noticias, rumores, chismes o impresiones acerca de algo o de alguien efectuada de forma personal y directa ha venido usándose desde antiguo la fórmula «de boca en boca», acompañada normalmente de verbos como «correr», «circular» o «pasar». No es lo mismo que «boca a boca», que se refiere específicamente a una técnica de primeros auxilios. Tal vez la similitud entre ambas y los malentendidos consiguientes hayan favorecido la adopción del horrísono «boca a oreja» (¿no habría sido mejor «boca a oído»?), que por otra parte es más impropio que «de boca en boca», puesto que las orejas sólo reciben, mientras que las bocas emiten. Y es de esto de lo que se trata: de la emisión encadenada y sucesiva de una información.


Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 3.1.09.

1 de enero de 2009

FELIZ AÑO NUEVE

«Único propósito de Año Nuevo: perdonar a mis colegas ser mejores escritores que yo» (Augusto Monterroso).