22 de octubre de 2008

TRAS


En su sentido temporal, la preposición «tras» indica posterioridad. La acción relejada por el sustantivo o el verbo a la que acompaña es anterior a otra acción que se menciona: «Tras llegar al aeropuerto, tomó un taxi», «la reunión se celebrará tras el desayuno». «Tras» equivale, por tanto, a «después de». No habría necesidad de aclararlo si no fuera porque de un tiempo a esta parte van creciendo algunos usos desviados de la preposición, especialmente en el ámbito informativo. Hoy se encuentran por doquier titulares de noticias del tipo «fallece una persona tras ser arrollada por el tren» o «muere tras recibir un disparo y una puñalada», donde todo hace suponer que los óbitos se produjeron en el acto y no tiempo después de las respectivas agresiones. Sería preferible decir «al ser arrollada», «al recibir». Pero si discutible parece el empleo de ese nuevo «tras» de simultaneidad, menos justificado resulta cuando la preposición adquiere un valor causal. Con frecuencia tendemos a confundir el encadenamiento temporal de dos sucesos con las relaciones de causa-efecto entre uno y otro. Es la vieja falacia del «post hoc, ergo propter hoc» (después de esto, luego a causa de esto) que nos hace percibir el trueno como consecuencia del rayo. Al decir «más de doscientos niños permanecen ingresados en China tras ingerir aceite de mala calidad» (y no «por ingerir») o «Wall Street sube un 3% tras anunciarse el plan de rescate» (y no «por efecto de» o «a consecuencia de» o «gracias al anuncio»), las relaciones temporales quedan en segundo plano para dejar paso a las causales. Un uso cuando menos inapropiado.

Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 18.10.08.

21 de octubre de 2008

BEBÉ-MEDICAMENTO


El frasco

Los ingeniosos de turno no han tardado en ponerle la denominación y con ella el sambenito. Bebé-medicamento, así han llamado al niño nacido en Sevilla por selección genética. Eso permitirá proceder a un fraternal trasplante de médula mediante el que curar a su hermano mayor. Sería una bonita y conmovedora historia, digna de contarse no solamente en las facultades de Medicina sino también en las sesiones de catequesis donde se habla del amor al prójimo, si no fuera porque un sector muy influyente de la opinión pública ha dicho que no. Que no está bien. Que es aberrante. Que lo que a la mayoría de la gente normal –ustedes y yo, supongo- le parece un logro de la ciencia y un acto humanitario, a los portavoces oficiales de la Iglesia Católica les causa una profunda incomodidad. Siempre que la Iglesia se pronuncia sobre asuntos ajenos a su negociado celestial nos asalta la duda de si merece la pena entrar al trapo de la discusión. Esta vez me temo que es preciso. No porque sus razones sean de peso, sino porque merced a la etiqueta de «bebé-medicamento» están creando un insidioso estado de opinión. Al llamar de esa manera a la criatura recién nacida la condenan de antemano al trauma. La cosifican. Dan por sentado que siempre cargará con el lastre de haber venido al mundo no a vivir su propia vida, sino como un instrumento terapéutico para salvar la vida de otro. Un ser subalterno, vamos. Me pregunto cuántos millones de mortales –clérigos incluidos- habrán hecho a lo largo de su existencia algo tan valioso como lo que ya ha hecho este niño apenas llegado al mundo. No ha venido con un pan debajo del brazo, sino con el remedio para una tragedia. No es moco de pavo. Pero la Iglesia y los neooscurantistas prefieren llamarle bebé-medicamento por ver si, de tanto repetirlo, el día de mañana se siente un infeliz poco querido por sus padres. O un manufacturado de fábrica. O un monstruo del doctor Frankenstein. Hay una guerra sorda contra la ciencia que libra sus batallas en la arena del idioma. Si a este niño le llamamos bebé-medicamento, ¿estaremos autorizados a partir de ahora a hablar de bebés-apretón, bebés-curda o bebés-catecismo a los engendrados por causas bien fortuitas, bien doctrinales, pero con todas las bendiciones apostólicas? ¿Y qué decir de los donantes de órganos o de sangre? Esa gente altruista a la que hasta ahora se le otorgaban condecoraciones, ¿habrá que rebajarla a la condición de hombres y mujeres medicamento y meterla también en un frasco?

(Publicado en El Correo, 18.10.08, y El Norte de Castilla, 19.10.08)

14 de octubre de 2008

Español en EE.UU.


Con motivo de la presentación de la Enciclopedia del español en Estados Unidos, nuestros filólogos y asimilados han vuelto a ver la botella medio llena en unos casos y medio vacía en otros. Estados Unidos ya es, después de México, el segundo país en número de castellanohablantes. Ahí está la parte positiva. Otra cosa es la valoración social de un idioma que aún anda lejos de equipararse con el inglés como lengua de cultura o de negocios y queda arrinconado en otros planos de la comunicación más humildes. El vídeo de arriba expresa a su modo lo que ya ha advertido Antonio Muñoz Molina: «Por desgracia, el lugar cultural del español nada tiene que ver con la estadística».

11 de octubre de 2008

'BAIDEFEIS'


En el habla coloquial nunca se sabe hasta dónde llega la creatividad y dónde empieza el dislate. Pero hay decisiones simpáticas que merecen quedar registradas en alguna parte antes de que ocurra con ellas lo que probablemente pasará con esta de la que hoy tomamos nota: morirá sin dejar recuerdo de su paso por el mundo. ¿De dónde sale ese baidefeis que tanto pronuncian los jóvenes? «He pillado un móvil nuevo baidefeis»; «Conseguí entradas para el concierto baidefeis», dicen. No hace falta saber idiomas para comprender que el término está construido mediante la traslación fonética de una supuesta expresión inglesa: «by the face». Lo bueno del caso es que en la lengua de Shakespeare esa fórmula no existe. «By the face» sería una traducción literal del español «por la cara». Así que no se trata de un anglicismo sino tal vez todo lo contrario: de la ridiculización paródica del anglicismo mediante un giro de ida y vuelta no exento de comicidad. El efecto grotesco queda remarcado por la conversión del modismo –compuesto de tres palabras- en un solo término, tal como ya puede verse escrito en diversos lugares, desde páginas de la red hasta vallas publicitarias. Si hubiera que precisar su alcance semántico, se diría que «baidefeis» es en parte sinónimo de «gratis» o «de gorra», pero también sirve para referirse a aquello que se consigue con atrevimiento y sin contrapartida: «se presentó en la cena sin que le invitásemos y comió baidefeis». Es decir, más que por la cara, «por la jeta», «por el morro» o, como ya se oye decir comúnmente, «por la patilla».

Publicado en 'Territorios', suplemento cultural de El Correo, 11 octubre 2008.

10 de octubre de 2008

Sino


Un premio tan distinguido, con una dotación tan alta, anunciado a toda página en un periódico de amplia difusión y, sobre todo, creado en recuerdo de Cervantes y el Quijote, bien hubiera merecido un diseño respetuoso con la ortografía y la gramática. Y esto lo hacen unas respetables instituciones supuestamente preocupadas por la defensa del idioma.

9 de octubre de 2008

CamelCase


Hay palabras con joroba, como los camellos. Al menos eso piensa el inglés, donde se ha impuesto la denominación «CamelCase» para algunos términos de nuevo cuño que se distinguen de las palabras comunes por el hecho de que junto a la mayúscula inicial llevan otra mayúscula en el interior. Dos mayúsculas, dos jorobas: un camello. El castellano ya adoptado varias de ellas, especialmente en el campo de la informática (donde la escritura CamelCase está relacionada, al parecer, con ciertos sistemas de programación); ocurre, por ejemplo, en determinadas aplicaciones de uso muy común como WordPerfect, PowerPoint o PageMaker, o en el campo de los juegos (PlayStation), aunque también penetra en otros ámbitos (el ya viejo CinemaScope, las tarjetas de crédito MasterCard, las agendas BlackBerry). Se trata de términos compuestos mediante el procedimiento habitual de la adición de dos lexemas o dos palabras sin separación entre ellas. Contra la regla que impone que el segundo elemento pase a escribirse con minúsculas, los CamelCase cargan a la palabra con una segunda jiba. El alboroto semiológico producido en esta era de la comunicación donde los signos van de aquí para allá como vaca sin cencerro ha entrado de lleno en las convenciones ortográficas y tipográficas. Las mayúsculas y las minúsculas andan desbocadas en rótulos, logotipos, nombres de marcas comerciales y hasta en los de persona (ya hay quien firma JuanJosé o MariMar). Estos camellos verbales vienen a sembrar nuevas dudas en la ya de por sí dificultosa tarea de escribir con corrección. A jorobar más al hablante, en fin.

Publicado en en 'Territorios', suplemento cultural de El Correo, 4 octubre 2008.

8 de octubre de 2008

CEBARSE


El castellano llama 'suerte' a la 'buena suerte', y cuando se refiere a la suerte adversa lo precisa acompañando el sustantivo del adjetivo correspondiente: mala, nefasta, horrible o lo que sea. En cuanto al verbo 'cebar' en su uso pronominal con el valor de 'encarnizarse' o 'ensañarse', es evidente que no puede llevar un sujeto que indique lo contrario. Ni el amor, ni la alegría, ni la riqueza se ceban en nadie. Lo harán, en todo caso, el odio, la tristeza o la miseria. Añádase a eso que el verbo cebar no rige la preposición 'con' sino que debe ir seguido de un complemento con 'en', y se entenderá lo molesto que resulta encender la pantalla y encontrarse este tipo de titulares. Y por cierto: ¿Rácing no debería llevar tilde?


(Edición digital de El País, 7 de octubre de 2008)

7 de octubre de 2008

Empobrecimiento


Lo dijo refiriéndose a la Argentina, pero perfectamente podría haberlo aplicado a España, y quizá con más motivo:


El director de la Academia Argentina de las Letras, Pedro Luis Barcia, responsabilizó hoy a 'la docencia y algunos medios' del empobrecimiento generalizado del uso del idioma español por parte de los jóvenes y los ciudadanos en general. El director de la Academia Argentina de las Letras, Pedro Luis Barcia, hoy en la Asamblea General de la SIP. Barcia responsabiliza a la docencia y los medios: 'Lo que más me preocupa son dos desvíos del idioma muy graves, la vulgaridad y la pobreza lingüística. Ha habido un empobrecimiento gradual de los comunicadores en el manejo de lo que era el esplendor y la riqueza del léxico que es muy penoso', dijo. Barcia participó en una mesa redonda sobre el idioma español en la primera jornada de trabajos de la 64 Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que se celebra en Madrid. Junto a él, disertaron sobre la situación de una lengua hablada por más de 450 millones de personas el director de la Academia Mexicana de la Lengua, José Moreno de Alba, y el director de la Real Academia Española de la Lengua, Víctor García de la Concha, con el presidente de la Agencia Efe, Álex Grijelmo, como moderador. El lingüista y profesor argentino recordó los tiempos en que 'los diarios nos enseñaron a escribir y las radios nos enseñaron a hablar', en contraste con el momento actual en el que 'para los comunicadores de radio y televisión todo es 'fantástico', lo mismo un cuento de Borges que unas medias caladas'. En su opinión, en este contexto 'la preocupación tiene que instalarse dominantemente en que los muchachos salen de la Universidad con un pésimo manejo de la lengua oral y escrita'. 'Las Universidades han dejado de lado la oralidad y sólo están en los trabajos escritos. Los profesores no están preparados para los lenguajes mediáticos', manifestó Barcia. (sigue)