29 de abril de 2009

Tristemente




Gabriel García Márquez detesta icondicionalmente los adverbios en –mente, pero seguramente habría cambiado de opinión inmediatamente si hubiera conocido este poema de Idea Vilariño, probablemente la mejor poeta uruguaya del siglo XX, a quien lamentablemente hemos perdido definitivamente el día de ayer.



Tan arduamente el mar...


Tan arduamente el mar,


tan arduamente,


el lento mar inmenso,


tan largamente en sí, cansadamente,


el hondo mar eterno.


Lento mar, hondo mar,


profundo mar inmenso...



Tan lenta y honda y largamente y tanto


insistente y cansado ser cayendo


como un llanto, sin fin,


pesadamente,


tenazmente muriendo...



Va creciendo sereno desde el fondo,


sabiamente creciendo,


lentamente, hondamente, largamente,


pausadamente,


mar,


arduo, cansado mar,


Padre de mi silencio.




Naturalmente, ni que decir tiene que les recomiendo vivamente la lectura de sus libros.

22 de abril de 2009

EXTASIADOS

Una de las debilidades de este blogger son los cronistas deportivos. Nunca fallan. Siempre están ahí, al pie del cañón, dispuestos a alegrarnos el día con un solecismo, un puntapié a la gramática, una hipérbole disparatada. Lo mismo en la prensa escrita que en la radio o en la televisión, el periodismo deportivo –el periodismo futbolero, para ser precisos- ha declarado una guerra sin cuartel contra el idioma y no hay espacio, sección o retransmisión donde no emprenda alguna acción armada contra el objetivo. Admirable porfía, que merece de vez en cuando una nota en nuestro blog. La escaramuza de esta tarde ha tenido lugar en el frente de La Sexta, donde ponían el partido Osasuna-Málaga. Cuando uno ha enchufado el televisor, la contienda tocaba a su fin y las dos formaciones ya mostraban signos evidentes de cansancio. Es entonces cuando uno de los comentaristas –qué lástima no saber su nombre, no poder rendirle el merecido homenaje- ha descrito la situación en términos precisos: «Los dos equipos están extasiados. No pueden más». ¿Cabe una manera mejor de decirlo?

21 de abril de 2009

Léxico móvil



La formidable expansión de los teléfonos móviles ha traído consigo cambios de diverso tipo, que afectan tanto a las relaciones personales como a los usos comunicativos. El idioma no es ajeno a ellos, y no sólo por las tan traídas y llevadas abreviaturas de SMS y su repercusión en la ortografía. Aparte de eso, la telefonía móvil está creando todo un amplio campo de términos al que cada día se incorporan otros nuevos. La propia denominación de los aparatos parte de una antonomasia según la cual el «móvil» no es cualquier objeto que se mueve, sino el terminal de teléfono. Pero tampoco es una denominación universal: en América los llaman «celulares», quizá con más propiedad. Móviles o celulares, llevan «politonos», sirven para hacer «una perdida», y cuando se estropean o dejan de funcionar por falta de carga decimos que se han «muerto». A estas y otras expresiones coloquiales se añaden voces más rebuscadas, bien en forma de tecnicismos, bien fruto de creaciones asociativas y figuradas de todo tipo. Valga como ejemplo «snaparazzi», que es como se empieza a conocer la práctica de tomar fotografías con el móvil, y también la persona que las hace. O «vergatario», nombre que ha dado Hugo Chávez al teléfono de precio económico que su Gobierno distribuye entre las capas más modestas de la población venezolana. Estos días, al hablar de las relaciones entre Obama y Zapatero, se difundió la noticia de que ambos se comunicaban privadamente a través de una línea «secrafónica», una especie de hilo directo a salvo de interferencias y de espionajes. Un léxico, pues, que crece en continuo movimiento, como no podía ser menos ya que hablamos de «móviles».

Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 11.4.2009.

ACORDE


«La previsión de los empresarios está de acorde con la del Gobierno»; «le fabricamos un mobiliario de acorde a sus exigencias»; «el juego del equipo no estuvo de acorde con la calidad de sus figuras»; «hace falta una ley de plazos de acorde con la situación particular de cada mujer»: son algunas muestras recogidas casi al azar de un uso tan extendido como equivocado de «acorde». Por alguna extraña razón, el adjetivo «acorde» (sinónimo culto de ‘conforme’ o ‘coincidente’) es encajado por la fuerza dentro de una construcción en la que se lo confunde con «acuerdo». Lo natural, lo sencillo es decir que una cosa está «de acuerdo con» otra cuando entre ambas existe alguna relación de armonía, unanimidad, dependencia o consecuencia. Es cierto que lo que «está de acuerdo con» (o «de acuerdo a», también válido aunque menos empleado) algo es a su vez «conforme» con ello. Podemos decir indistintamente que «todo marcha de acuerdo con lo previsto» y «todo marcha acorde con lo previsto»; pero obsérvese que el segundo caso no admite la preposición introductoria «de». Gramaticalmente hablando, «acuerdo» puede formar parte de una locución invariable («de acuerdo a» o «de acuerdo con») mientras que «acorde» no conoce otro empleo correcto que el propio de un adjetivo independiente. El idioma también sufre con estas pequeñas anomalías cuando dejan de ser un error circunstancial para convertirse en unas prácticas generalizadas. Y más si, como parece ocurrir en este caso, responden al afán decorativo y grandilocuente. No se habla con más musicalidad por el hecho de soltar «de acordes» a troche y moche.


Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 4.4.09.

16 de abril de 2009

FÉLIX, FELIS, FELI'S

1) Bar Félix. Un clásico en los nombres de bares a lo largo y ancho de la Piel de toro:


2) Bar Felis. Lo mismo, pero orientado a una clientela más popular tal vez:



3) Bar Feli’s. El signo de la modernidad en forma de algo parecido al genitivo sajón:


Son distintos estilos de nomenclatura hostelera, los tres igual de legítimos y habituales. Lo que ya no parece tan normal es que todos -clásico, popular y moderno- correspondan al mismo establecimiento:

La maldición del apellido


El apellido de la flamante ministra de Cultura ha servido para crear toda clase de calambures y juegos verbales hirientes, algunos francamente ingeniosos y otros de peor gusto. Nomen est omen, decían los clásicos: el nombre es un presagio. Se ve que la cruz más pesada que va a tener que cargar Ángeles González-Sinde en su mandato no será la Cultura, sino su propio carné de identidad.

15 de abril de 2009

Niños de madera, limones de silicona


Leo que en el Raval barcelonés han detenido a un falso cirujano plástico que operaba en un cuchitril de mala muerte. Entre los objetos que le han intervenido había –dice la noticia- «tres pistolas de inyectar veterinarias de 50 mililitros». Al verlo me he acordado de aquel anuncio recogido por Baroja donde ponía: «Se venden cunas para niños de madera». Cuesta esfuerzo imaginar la forma en que se puedan inyectar unas veterinarias. En cuanto a los niños de madera, para qué necesitarán cunas. El orden de los complementos oracionales ocasiona esta clase de malentendidos, el mismo que se produce cuando, al pasar ante un escaparate de una tienda bilbaína llena de curiosos utensilios de cocina, los ojos se detienen ante otro rótulo: «Exprimidor de limones de silicona». Por fin. Toda la vida tratando de sacar el jugo a los limones de silicona, y no había manera. Ahora ya hay inventos para facilitarnos tareas comunes tales como acostar niños de madera, inyectar veterinarias o exprimir limones de silicona. Esas cosas que hacemos todos los días.

Extraño cóctel


Parece ser que el primero en llamar cocktails a cierto tipo de bebidas combinadas se inspiró en la presentación de las copas, acompañadas de un detalle decorativo que recordaba la cola («tail») de un gallo («cock»). Una vez universalizado el término, en español se ha asentado en dos formas: la original inglesa y la adaptación fonética «cóctel». Ambas sirven indistintamente para las bebidas y para otras mezclas, algunas de las cuales pueden verse habitualmente en las cartas de restaurantes como «cóctel de mariscos» o «cóctel de verduras». Lo que hasta ahora uno nunca había encontrado era un «coptail» como el de la foto. «Cop» es, en inglés coloquial, «agente de policía». ¿Cop-tail? Bueno, en la mesa hay gente que no le hace ascos a nada que le pongan delante.

13 de abril de 2009

Hay problemas y problemas


La dislexia tal vez no, pero las faltas de concordancia sí son un problema lingüístico.

9 de abril de 2009

Pasión y muerte de la ortografía

Uno de los pasos procesionales de la cofradía de la Vera Cruz de san Vicente de la Sonsierra (cuya Pasión es conocida por los espeluznantes picaos) representa la escena del apóstol Pedro negando conocer a Jesús. Las mujeres que le señalan portan sendas notas manuscritas donde pueden leerse sus palabras. Salvando las distancias, es el mismo procedimiento que más tarde emplearían los cómics al poner bocadillos en las viñetas.






El visitante curioso no se ha conformado con contemplar sólo el elemento icónico de la composición. Al fijar su atención en la parte verbal ha podido observar que también en el arte sacro de nuestros antepasados se incurría en flagrantes faltas de ortografía.



Habría que datar las piezas, no obstante. Hasta los primeros intentos de fijación ortográfica en el siglo XVIII, la norma brillaba por su ausencia y todo era vacilación y desmadre. Sin embargo conocemos pocos ejemplos anteriores de «bentura» así escrita. El término ventura no es de los que plantee dudas, pues hasta el más lego sabría relacionarlo con el verbo «venir» desde sus orígenes latinos, donde venitura o ventura es el participio de futuro de venire en su forma del neutro plural, esto es, ‘las cosas que han de venir’. En cuanto al verbo «bi», sobran los comentarios. En resumen: que la ortografía ya conoció tiempos tan calamitosos como los actuales antes de que se implantara la Logse. Y eso que los curas sabían latín.

4 de abril de 2009

Franco tampoco ponía tildes


EL PARTE

Rememorando los setenta años transcurridos desde el fin de la Guerra Civil, esta semana hemos oído de nuevo el último parte redactado por Franco el 1 de abril de 1939. Una pieza que con los años ha ido perdiendo dramatismo para convertirse en objeto de mofa o de parodia. En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo: así empieza, seguro que les suena. El texto fue leído por Fernando Fernández de Córdoba, el locutor áulico de los sublevados, con una voz que los años también han caricaturizado, debilitado y yo diría que incluso aflautado. Pero más interesante todavía que la grabación sonora resulta el manuscrito del dictador. Lo trazó en una hoja de tamaño cuartilla con el membrete del Estado Mayor, presidido por el escudo de la gallina. En él se observa la caligrafía de un hombre victorioso y confiado, una letra enérgica que se desliza segura de sí misma, con una ligera inclinación de los renglones en ascenso conforme avanzan hacia el límite derecho del papel. Tal vez un signo de euforia, no sé. Sin embargo hay algo que llama más la atención en esas dos docenas de palabras. Es que Franco no puso la tilde en términos como «día», «ejército» o «últimos». En cambio se aseguró de colocarla en un solo caso, cuando escribe su superlativo título de «Generalísimo». Dejemos las conclusiones para los especialistas en cosas de la mente, que a buen seguro podrían decir algo sobre el ego de los tiranos y la necesidad de autoafirmación de los acomplejados. Franco pretendió hacer bandera del idioma español cuando era el primero en no cumplir sus preceptos, como atestigua el escrito. Les ocurre algo parecido a muchos políticos de ahora, y sospecho que no sólo en la lengua de Cervantes. En vez de esmerarse en usar la palabra correctamente, arremeten contra otras lenguas creyendo que de esa manera su patriotismo queda fuera de toda duda. Hoy es un anatema contra el inglés, esa arma de colonización; mañana un mandoble al sistema de enseñanza y sus ineptos agentes; al otro día un amargo lamento por los perniciosos efectos causados sobre el idioma común por la babel de lenguas oficiales y de dialectos regionales. Poco importa que esas jeremiadas suelan formularse en frases contrahechas, con barbarismos hirientes, giros infames y neologismos zafios. El toque está en erigirse guardián de las esencias, aunque entretanto caigan faltas ortográficas como en el escrito del dictador encaramado a su esdrujulísimo título. Total, por unas simples tildes.

Publicado en El Correo, 4.4.09.

2 de abril de 2009

PRIVATIZACIÓN DE LA BASURA


Son pequeñas pero alarmantes señales de la situación que estamos atravesando. No contento con privatizar los servicios de recogida y tratamiento de basuras, el ayuntamiento pacense va a privatizar la propia basura. O al menos eso es lo que anuncia la portada del periódico en un titular a cinco columnas. La noticia lo merece, sin duda.