28 de febrero de 2007

Diseño, 2 - Ortografía, 0


- ¿Festiväl?

- Bueno, licencias de diseñador gráfico. Al fin y al cabo se trata de una diéresis, un signo de segunda división, algo sin importancia.

- Ya, pero, ¿y esa d., que ni siquiera tiene la coartada de la abreviatura?

- Cómo se ponen ustedes los puristas. Es el cartel de un festival de cine, no un examen de ortografía.

- No sé, no acabo de verlo...

- Lo que pasa es que usted es un rancio. ¿Pero no se ha enterado de quién es el diseñador? Nada menos que David Delfín.

- Haberlo dicho antes, hombre.

26 de febrero de 2007

PENA

El hecho de que los animalitos inspiren una profunda lástima a cualquier persona de bien no significa que los jueces estén facultados para condenar a nadie a sentir pena durante un periodo determinado. Otra cosa es que la dueña de los perros haya sido condenada no a 30 días de pena, sino a una pena de 30 días. Hay una diferencia.

(20minutos.es, 26.2.07)

PUNTO PELOTA


El «punto final» (no «punto y final», como se empeñan en decir los aquejados de conjuntivitis verbal) siempre ha servido como fórmula para las afirmaciones concluyentes, para cerrar discusiones o para quedarse con la última palabra: expresa el término o fin de algo. La tradición folclórica ofrece una variante del «punto final» que sirve en los casos en que alguien ironiza sobre la autoridad de lo dicho por otro: «Lo dijo Blas, punto redondo». En los textos clásicos leemos también «punto en boca», que viene a ser lo mismo pero con matiz imperativo: una orden para imponer el silencio allá donde ya no es necesario o conveniente alargar la conversación, o también la determinación voluntaria de callar por prudencia, respeto o miedo. Matices aparte, el «punto» indica el fin del discurso o de la oración, la señal de que no hay más que hablar, la decisión irrevocable de dar un tema por zanjado o de desentenderse de él. Por eso muchos hablantes emplean como remate de sus frases el sencillo «y punto»: «He dicho que no iré a la inauguración, y punto»: «sometieron el asunto a votación, quedó rechazado y punto». La novedad reciente es el añadido en aposición «pelota» que da lugar al «punto pelota» tan oído por doquier. Aunque con decir «y punto» basta y sobra, el giro debe de parecer demasiado lacónico, insuficiente para dar el énfasis preciso a la frase, desprovisto de la firmeza que sí le otorga esa «pelota» de incierto origen. Todo hace suponer que se refiere a la redondez del punto, y con ella a su valor metafórico de algo acabado, indiscutible, definitivo, y punto pelota.


(Publicado en 'Juego de palabras', del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 21.2.07)

21 de febrero de 2007

PERFIL BAJO


«De perfil bajo» aplicado a personas viene a ser un eufemismo para referirse al mediocre, sin cualidades destacadas, que pasa inadvertido. «Uno del montón», diríamos. Se usa ya tanto que ha pasado a servir para muchas otras cosas que no siempre logramos entender. Al oír ayer que el PP anunció una representación «de perfil bajo» de su partido en la próxima manifestación convocada por la AVT, uno quedaba sumido en un mar de dudas. Por suerte el humor de Gallego y Rey ha venido a aclarar a qué se referían los ‘populares’.

(La viñeta, en El Mundo, 21.2.07)

20 de febrero de 2007

Insultar en siglas

NAF. Así llamó Manel Comas, entrenador del Caja San Fernando de baloncesto, a su pívot Demetrius Alexander. Eran las siglas de «negro, atlético, fraudulento», según aclaró el propio creador del nuevo término. Porque es lo que tienen las siglas: hasta que los oyentes no se familiarizan con ellas es necesario explicárselas para que las puedan identificar.

El baloncesto recurre con asiduidad a este procedimiento de creación léxica. A imitación tal vez del básquet estadounidense (la NBA), la liga española se hace llamar ACB (Asociación de clubes de baloncesto). También tres letras tienen otras siglas: el MVP (Most Valuable Player, es decir, «jugador más valioso» o «mejor jugador») y los nombres de las marcas patrocinadoras de algunos equipos: TAU, MMT, DKV. Pero ¿siglas de tres letras para injuriar? Habrá que esperar algún tiempo hasta saber si el sistema tiene futuro. Seguiremos atentos.

19 de febrero de 2007

BAÑO MARÍA


Suele decirse que las cartas de restaurantes finos cumplen una regla infalible: cuanto más largo es el nombre del plato, más elevado es su precio. El esnobismo gastronómico moderno ha ido más lejos, y no sólo sazona los menús con palabras innecesarias, sino que no para de echar neologismos a los pucheros. Por eso resulta asombroso ver que, entre tanta palabrería de nuevo cuño, aún perduran giros de apariencia castiza, propios de la cocina casera de nuestras abuelas, como es el caso de «el baño maría». Cocinar al baño maría es calentar algo en un recipiente que a su vez está introducido en otro más grande donde se pone a hervir un líquido, generalmente agua. El origen del epónimo («el baño de María») se pierde en la noche de los tiempos. Hay quienes identifican esa María con una supuesta hermana del bíblico Moisés, aficionada a los cocimientos, elixires y mejunjes, mientras que para otros se trata de otra María -«María la Judía»-, una alquimista legendaria de la que hablan los historiadores que se han ocupado de la materia. Lo que parece seguro es que el sintagma «balneum mariae», ya usado en latín tardío y del que proviene el castellano «baño maría», pasó de la alquimia a la cocina y no a la inversa. De hecho, aún hoy se emplea en la industria y en farmacia para referirse a la transmisión de calor en determinadas operaciones químicas. Tal vez eso explique su excepcional pervivencia en el léxico de esos cocineros -¿o habrá que decir «restauradores»?- que han convertido los fogones en laboratorios y las palabras de comer en una jerga enigmática.

Publicado en ‘Juego de palabras’ del suplemento cultural ‘Territorios’ de El Correo, 14.2.07.

15 de febrero de 2007

CORTAR EL BACALAO


De quien sobresale o impone su voluntad a los demás en un sitio o una actividad decimos que «corta el bacalao». Es una forma de reconocer su autoridad, su puesto privilegiado o sus dotes de mando. El que corta –o también «parte»- el bacalao no siempre es el situado en la escala de poder más alta, sino quien domina los resortes de un mecanismo social cualquiera y gracias a ello se convierte en elemento indispensable a donde acudir para alcanzar un favor o un enchufe. El que corta el bacalao es aquel a quien, con denominación más moderna, se conoce como «influyente» (abusivo empleo, por cierto, el de este adjetivo en nuestros tiempos), porque ya se sabe que «el que parte y reparte, se lleva la mejor parte». Pero ¿qué demonios tendrá que ver el suculento pez teleósteo con el mundo de las influencias? ¿Estaremos ante una de esas surrealistas y caprichosas fórmulas del habla coloquial carentes de explicación lógica, o hay algún fundamento en el modismo? Algunos lo relacionan con el papel del padre de familia de antaño, que en la mesa tenía la prerrogativa de repartir los alimentos y por tanto la de cortar el los trozos de bacalao correspondientes a cada comensal. Pero más fiable resulta otra versión que nos remite a ciertas prácticas menestrales. Para cortar el bacalao en los colmados y tiendas de ultramarinos se empleaba una cuchilla o tajadera de hoja afilada cuya manipulación sólo era autorizada a los empleados más diestros. Es decir, los de confianza, los influyentes, o, por decirlo en plata, los amos del cotarro.



(Publicado en 'Juego de palabras' del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 7.2.07).

12 de febrero de 2007

¿Deshecho?



Fea costumbre ésta de desechar el nombre desecho.

11 de febrero de 2007

Interrogante


Esta sí que es una buena pregunta: ¿Cómo puede haber respuestas sin contestar?
(Gracias a T., que lo leyó en Perú)

7 de febrero de 2007

SOLIDARIDAD


Solidaridad es «adhesión circunstancial a la causa de otros». No supone necesariamente una cualidad, puesto que tan solidario se puede ser con una causa destructiva, fanática o criminal como con otra noble, generosa y desinteresada. Si el portavoz de ERC en el Congreso se ha manifestado «solidario» con el etarra De Juana Chaos, ha hecho algo más que adoptar una postura humanitaria respecto de alguien que mantiene (voluntariamente) una huelga de hambre. Lo que ha declarado el portavoz del grupo catalán es que se identifica con la causa –es decir, con el objetivo y la intención- de un terrorista. Seguramente el señor Joan Tardà quiso decir otra cosa, pero dijo lo que dijo.

5 de febrero de 2007

*ZURCIR LA BADANA


Aunque poco usada, la locución «zurrar la badana» sigue manteniéndose viva. Tiene cierto encanto fonético, una singular expresividad que la hace agradable pese a su significado. Porque zurrar la badana es golpear a alguien concienzudamente, darle una buena paliza. Y «que les zurzan» equivale a «que se fastidien». Es evidente que la autora del texto quiso decir esto último. Pero se le cruzaron las frases y le salió una extraña combinación de fórmulas coloquiales. «Que les zurzan la badana», no deja de tener su gracia.


( La Voz de Galicia, 5.2.07)

4 de febrero de 2007

*COMBENIO


Esta es sólo una muestra de la sarta de disparates que Pez-diablo ha encontrado en un solo libro. Consuela descubrir que la decadencia del castellano escrito no empezó con la Logse, sino que viene de tiempo atrás. Y eso que entonces aún existían los correctores de pruebas.

3 de febrero de 2007

INSTITUCIONES


Últimamente los clubes de fútbol acostumbran a adjudicarse el título de «instituciones». Un presidente critica a sus jugadores más zánganos y levantiscos porque «están manchando el buen nombre de la institución». Al entrenador de otro equipo le preocupa que «los aficionados no apoyen a la institución». Puesto por escrito suele ser «la Institución», con mayúscula. O sea, como el Congreso de los Diputados, la Universidad Complutense o la Casa Real. Se trata, claro está, de un eufemismo. El universo del fútbol es insaciable. No contento con apropiarse de las emociones populares, con dominar las parrillas de televisión, con hacer de sus estrellas unos ídolos más venerados que el santoral al completo, pretende también hacerse dueño del idioma. Hasta hace poco las relaciones entre el lenguaje y el deporte del balompié se limitaban a unas cuantas aportaciones metafóricas de éste al registro coloquial, desde «estar en fuera de juego» hasta «casarse de penalti», desde «meter un gol» a alguien hasta «echar balones fuera». Ahora el fútbol trata de ennoblecerse llamando «instituciones» a los que antes eran sociedades, clubes, equipos o, más recientemente, «entidades». Pero una institución es un «organismo que desempeña una función de interés público, especialmente benéfico o docente». Aunque una malhadada ley de 1997 concediera a determinados encuentros deportivos el rango de «acontecimiento de interés general», de ahí no se deriva necesariamente que los clubes sean organizaciones fundamentales del Estado o cumplan funciones de interés público. O tal vez sí. Cualquiera sabe.


(Publicado en 'Juego de palabras', del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 31.1.07)

2 de febrero de 2007

*BARITA


Las varitas mágicas llevan v, no se escriben con b. Y también llevan v las varitas de fresno con las que los maestros atizaban a los estudiantes cuando no se aprendían bien la lección de ortografía.


(Gracias a A.)

PERDIDA


«Una [llamada] perdida». Cosas que pasan cuando se abusa de la elipsis. Estupenda viñeta de Mauro Entrialgo.