30 de agosto de 2006

Lenguaje a la carta

Algunas cartas de restaurantes parecen ideadas para desconcertar al lexicólogo más diestro. Esta es una muestra de ellas, pero las hay bastante más enrevesadas. Hay quien opina que el barroquismo del lenguaje gastronómico cumple una misión otrora encomendada a ciertas especias y yerbas aromáticas: la de ocultar los malos sabores de los platos y encubrir la falta de imaginación de los cocineros. Otros lo atribuyen al puro y simple esnobismo. También se podría establecer una regla -con decentes excepciones- según la cual la longitud y composición del sintagma que define cada plato guardan una relación directa con el precio del mismo. Por cada complemento, diez euros. Un galicismo, quince euros. Una metáfora, veinte euros. En esta escena de restaurante quedan puestos sobre el tapete los excesos del «estilo gourmet».

CERÚLEO


Por fin encuentro una excusa para hablar de los Cuentos de cien palabras. De manera un poco intermitente, Jordi Cebrián va dejando en esa bitácora unos excelentes microrrelatos con historias imaginativas y turbadoras. Pero sus narraciones tienen otro mérito añadido: se ajustan rigurosamente a la medida que dice el título, o sea, a las cien palabras.

La última que ha publicado lleva el título de «Museo de Cera» y dice así:

Fue al Museo de Cera con sus amigos, charlando y riendo, posando junto a los famosos representados. Tras las salas de políticos, músicos y actores, llegaron por fin a la galería del terror, donde sombras y ruidos enmarcaban figuras siniestras de asesinos y verdugos. Entonces tocó con curiosidad la faz cerúlea de una bruja, y percibió que sus amigos le miraban fijamente, y le fotografiaban, y luego se reían, y salían de allí sin él, como si nunca le hubieran conocido. Y cuando quiso seguirles se notó inmóvil, mudo, y supo que su rostro expresaba horror, lo expresaría siempre.

Quizá alguien se haya fijado en que el autor habla de «la faz cerúlea de una bruja». No es el primero en usar el adjetivo «cerúleo» como ‘pálido, del color de la cera’, cuando en realidad significa ‘azul, del color del cielo’. Proviene del latín caeruleus (‘celeste’), que a su vez deriva de caelum (‘cielo’).

Ciertamente no es un vocablo de uso común. Ya en el siglo XVII Quevedo censuraba su empleo junto con el de otras palabras cultas por parte de Góngora, en el siguiente soneto que parodia el culteranismo del cordobés a base de rizar el rizo del hermetismo verbal:

Sulquivagante, pretensor de Estolo,
pues que lo expuesto al Noto solificas
y obtusas speluncas comunicas,
despecho de las musas a ti solo,
huye, no carpa, de tu Dafne Apolo

surculos slabros de teretes picas,
porque con tus perversos damnificas
los institutos de su sacro Tolo.
Has acabado aliundo su Parnaso;
adulteras la casta poesía,

ventilas bandos, niños inquïetas,
parco, cerúleo, veterano vaso:
piáculos perpetra su porfía,
estuprando neotéricos poetas.

Pero no nos remontemos tan lejos. Ilustres firmas de nuestra época han incurrido en la misma confusión. Veamos dos ejemplos.

El primero viene firmado por Francisco Umbral. El escritor vallisoletano, precursor de tantas iniciativas (aparte de la autopromoción editorial), publicaba en los años ochenta un especie de cuaderno de bitácora titulado La elipse. En su entrega del 13 de julio de 1987, que relataba precisamente una visita al Museo de Cera de Madrid, hay un párrafo donde se lee:

Durante mi visita he visto eso mayormente: colegiales y turistas, dos especies menores de edad que el día de mañana tendrán en la cabeza una empanada considerable sobre si Franco fue Rey, Emperador o qué. Ni los hagiógrafos como Ricardo de la Cierva habían llegado a tanto, aunque quizá es lo que se proponían: coronar a Franco, en cera, ofrecernos un Franco cerúleo y fascicular.

Años más tarde, Juan José Millás también entra en el museo y refleja sus impresiones en la crónica «Museo de Cera» (El País, 24.11.1996) a la que pertenecen estas líneas:

Allí está el pobre Enrique Tierno Galván condenado a compartir su existencia cerúlea con la posteridad agónica de José María Álvarez del Manzano. Apenas a unos metros, aparece un Felipe González con aspecto de revendedor de entradas para los toros cuya visión provoca un desasosiego semejante a la de un gusano de seda sorprendido en plena metamorfosis. También hay una familia real completamente polvorienta, como si la posteridad, en lugar de servirle de podio, le hubiera pasado por encima, y un Francisco Franco al que un niño que iba a mi lado confundió con un celador del museo: en eso van a parar los vigías de Occidente.

Al margen de obsesiones similares, nuestros tres escritores coinciden en el escenario escogido y en el uso anómalo del adjetivo cerúleo. Motivo suficiente para elevar a la RAE algunas propuestas sobre el particular:

a) La definitiva supresión de un epíteto tan raro, innecesario y pretencioso, que por otra parte sólo induce a confusión.
b) En sentido opuesto, la adición a la voz «cerúleo, -a» del significado ‘del color de la cera’.
c) El veto automático y vitalicio para su ingreso en la Docta Casa de todos los escritores que usen alguna vez «cerúleo», incluso si lo hacen correctamente. Por rebuscados. Por liantes.

29 de agosto de 2006

Clases de detenidos


Entrevistado por Pedro Blanco en la cadena SER (Hoy por hoy, 29 de agosto de 2006), el director general de la Guardia Civil se ha referido entre otras cosas a la actuación de la Benemérita en la reciente ola de incendios provocados en Galicia. Según él, los agentes han detenido a muchas personas, pero además se trataba de «lo que se llama detenidos de calidad» (sic).

Detenidos de calidad. ¿Se referiría a los cerebros de la trama, si la ha habido? ¿A peligrosos delincuentes buscados por la Interpol? ¿A hijos de papá con inclinaciones pirómanas? No lo ha aclarado, pero sonaba bien eso de «detenidos de calidad». Más tarde el director de la Benemérita ha insistido en la fórmula, con una ligera variación: «un buen número de detenciones con calidad». Me pregunto en qué consistirán. Pero más me intriga todavía saber cómo serán las «detenciones sin calidad».

(La imagen, una vieja viñeta de Idígoras y Pachi)

28 de agosto de 2006

PULMÓN Y CORAZÓN


Es extraño el criterio seguido en la Medicina para denominar algunas de sus especialidades según las parcelas de las que se ocupan. ¿Por qué los anuncios de consultas médicas y las placas en los portales hablan de «riñón y vías urinarias» cuando lo lógico sería poner en plural ambos órganos y no sólo uno de ellos? Algo parecido ocurre con los especialistas en «pulmón y corazón»: corazón está bien, pero la mayoría de la gente tiene dos pulmones. La pregunta de Cansado no va mal encaminada.

A los cuatro vientos


Para una galería de pintadas. No sé si tiene mucho sentido subir hasta lo alto de un puerto de montaña para proclamar, vía pulverizador, ciertas cualidades de un individuo (cuyo nombre ha tachado piadosamente el fotógrafo). Menos aún si esa declaración queda grabada en una losa horizontal, y no en un muro vertical como acostumbra a hacerse en el medio urbano. Pero cuando las palabras se empeñan en salir, buscan acomodo en los sitios más inesperados. Aunque luego sólo las vayan a leer unos pocos excursionistas. Lo que no se les podrá negar a estos improperios es que han sido lanzados «a los cuatro vientos», pues allá arriba sopla que da gusto.

27 de agosto de 2006

La (poca) importancia de llamarse Ernesto


Ni por el Che Guevara ni por Ernest Hemingway, aunque ambos tuvieran relación con el Caribe. No es la venganza de ningún meteorólogo. No hay nadie detrás. El huracán Ernesto recibe ese nombre porque le corresponde en riguroso turno. De haberse desatado un poco antes, se llamaría Chris o Debby. A los que vengan más tarde los bautizarán como Florence, Gordon, Helene, Isaac. Cada cierto tiempo, la cúpula de las organizaciones meterológicas estadounidenses elabora un listado con los nombres de las tormentas tropicales, huracanes y ciclones de varios años (por ahora ya se sabe cómo se llamarán los que surjan de aquí a 2011), sin ánimo de asociarlos con una persona en particular. Si se escogen antropónimos es para facilitar la comunicación entre los servicios encargados del control, seguimiento y socorro, pues parece ser que los nombres de persona se recuerdan más fácilmente que los nombres comunes y son menos dados a las confusiones. Esos nombres –alternativamente de hombre y de mujer, en inglés, francés o español- llevan como iniciales las letras del alfabeto, sin repetir ninguna. En los años particularmente turbulentos, cuando las tormentas y los huracanes superan el número de aquéllas, la nómina se amplía con los nombres de las letras griegas. Y cada seis años se repite la lista -ya hubo un Ernesto en el año 2000-, pero de ella son dados de baja los nombres asociados a catástrofes de infausta memoria. Por eso no se repetirán Katrina ni Mitch, por ejemplo. De modo que el huracán Ernesto se llama así de casualidad. Podía haber sido Emily, o Eduardo, Edmond o cualquier cosa que empiece por e. Pero le ha tocado Ernesto.

25 de agosto de 2006

GIRO DE 360º



Chelo decidió llamar 360º a su primer disco por el giro que ha dado su vida. (Ritmoson latino, agosto de 2006)

Y después de explicar el porqué del título de su disco, el hip hopero Chelo debió de pedir a la virgencita que le dejara donde estaba.

24 de agosto de 2006

Más que metáforas

«El Atlético va a por Reyes tras la guarrada del Madrid» (Sport, 24 de agosto de 2006). Y un poco más abajo: «El jugador fue utilizado por el Madrid de forma miserable...». Y eso que la Liga de fútbol aún no ha empezado. El otro día se discutió aquí sobre las metáforas belicistas en el lenguaje del periodismo deportivo. Hoy habrá que reflexionar acerca de las metáforas porcinas y de ciertos epítetos. Guarrada, miserable: más madera.

22 de agosto de 2006

*TESTIGA


«Expulsadas siete extranjeras testigas de abuso sexual» (El Periódico de Aragón, 22 de agosto de 2006).

El femenino de «el testigo» es «la testigo». El DPD es rotundo al respecto: «No debe usarse la forma *testiga para el femenino». Pero lo cierto es que «testiga» empieza a imponerse casi con tanta fuerza como ya lo han hecho otros sustantivos del léxico de la justicia como jueza o fiscala, ambos admitidos. Véanse, si no, las casi 14.000 entradas para «testiga» de Google en español (no de Google en general, que engorda notablemente el número gracias a la aportación del estonio).

Testiga es incorrecto, pero en este caso yo votaría por darle el visto bueno amparándome en razones de sonoridad. En castellano, todos los nombres trisílabos con acentuación llana acabados en –igo (abrigo, ombligo, castigo) son masculinos, mientras que los que terminan en –iga (intriga, espiga, fatiga) son femeninos. Si se trata de adjetivos, cambian de morfema según el género (amigo / amiga, mendigo / mendiga). Así pues, la testigo (fem.) es una excepción que tarde o temprano tendrá que dejar de serlo.

A mí no me parece mal testiga. Con tal que no sea «testiga presencial»...

(Gracias a Oz)

21 de agosto de 2006

TRITURAR

España tritura sin piedad a Panamá antes de jugarse el liderato frente a Alemania (titular de portada del El Correo, edición impresa, 21 de agosto de 2006)

Cosas que se pueden triturar:
los tomates,
la madera,
las aceitunas,
las piedras,
las selecciones panameñas de baloncesto,
etc.

Y el caso es que mal dicho no está, porque triturar significa también «dejar a alguien maltrecho física o moralmente», y un marcador de 101-57 en contra es como para meterse bajo tierra, pero...

Ya habíamos dicho que el periodismo deportivo propende a la hipérbole.

TERRORISMO















¿Puede hablarse en propiedad de «terrorismo del fuego», «terrorismo incendiario» o «terrorismo ambiental», como rezaban algunas de las pancartas de la manifestación del domingo 20 de agosto en Santiago de Compostela? En torno a la voz «terrorismo» se ha creado tal confusión que no hay forma de llegar a un acuerdo sobre su recto empleo. Ni siquiera los mataburros más respetables nos sirven de ayuda.

El DRAE ofrece dos acepciones, ambas lo bastante amplias para dar cabida a infinidad de posibilidades:

terrorismo. 1. m. Dominación por el terror. 2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.

Sin embargo la Real Academia ya ha aprobado una adición que figurará en la edición vigésima tercera como: 3. m. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.

Hay que hacer notar que esta tercera acepción no invalida las dos anteriores, sino que se refiere al uso especializado de la palabra en el ámbito político. Si se lee atentamente, podrá observarse que pese a la aparente precisión con que está redactada no resuelve todas las dudas ni siquiera en este ámbito: ¿sólo es terrorismo si actúa «de modo indiscriminado»?, ¿si «pretende crear alarma social»?

El Diccionario de uso del español de María Moliner antepone la acepción restringida a la de mayor extensión semántica, pero no por ello resulta más esclarecedor:

terrorismo m. Uso de la violencia, particularmente comisión de atentados, como instrumento político. / Dominio por el terror.

Más escueto, y tal vez más certero, es el Clave (Diccionario de uso del español actual), donde puede leerse:

terrorismo. Táctica política que pretende lograr sus objetivos por medio de la violencia y el asesinato.

Y el Diccionario del español actual de Seco, Andrés y Ramos sigue el precepto de «lo bueno, si breve, dos veces bueno»:

terrorismo. Método de lucha política basado en el terror. (Pero añade, en cursiva, la existencia de un uso extensivo: «Tb fig, fuera del ámbito político»).

Que cada cual saque sus conclusiones.

(La fotografía, de El Correo Gallego)

20 de agosto de 2006

TEÓNIMOS


Escribe Jon Juaristi en ABC, a propósito de la ampliación del catálogo de planetas y de los nombres que han sido propuestos para las nuevas incorporaciones: «Los planetas llevaban en la Antigüedad nombres de dioses (teónimos), porque la gente creía que los planetas eran dioses. Los planetas llevaban nombres de dioses antes de la EGB porque la gente empezaba a estudiar Latín en Tercero de Bachiller. Ahora escribes teónimo y el ordenador te lo subraya».

18 de agosto de 2006

Palabra de hermandante






Todo hace pensar que los moribundos que matamos gozan oficialmente de buena salud. Santiago González me hace reparar en esta expresión del hermandante acerca del estado de Fidel: «sigue mejor». Como bien apunta Santiago, otra cosa sería que hubiese dicho «sigue mejorando» o incluso «se encuentra mejor» (aunque aquí falte el elemento de comparación: mejor que cuándo, mejor que quién). Pero el parte médico de Raúl dice «sigue mejor». Una expresión que «tiene la coherencia íntima del totalitarismo», observa Santiago.

El uso del verbo «seguir» en los políticos siempre delata una suerte de empecinada obstinación. Contra las leyes del tiempo, de la lógica, del sentido.

Defensa del inglés



Las palabras de Francisco Rico suenan tan rotundas por sí solas que no hace falta añadirles comentarios:

«Habría que prohibir el español en las instituciones europeas porque me parece más importante que los españoles aprendan lenguas extranjeras, una de la grandes carencias de este país. Yo sería partidario de que se gaste menos en promocionar el español y más en la enseñanza de otras lenguas, sobre todo el inglés, pues inevitablemente es la lengua del futuro».

(Francisco Rico, filólogo, catedrático de Literatura, académico de la Lengua, en Diario de Navarra, 17 de agosto de 2006).

Lo que es cierto es que si atendiéramos a los consejos de Rico nos perderíamos piezas memorables como ésta:

http://www.youtube.com/watch?v=YE_a0rDCPno

17 de agosto de 2006

No hay nada que hacer


Efectivamente, ya no hay nada que hacer. Ya sé que esta es una bitácora de palabras, y no de notas necrológicas. Pero Hilario Camacho se dedicaba a una de las cosas más valiosas que pueden hacerse con las palabras: ponerles música. Ahora que se ha muerto de repente, oigo de lejos su Tristeza de amor y sus Cuatro luceros. Ya no hay nada que hacer, como no sea pulsar aquí y luego donde parpadea «Ver vídeo» para oír sus palabras que dicen, ahora por desgracia con razón: «No hay nada que hacer».

CALIMOCHO


En su edición del País Vasco, El País traía ayer un reportaje acerca del origen del kalimotxo. De la bebida y de la palabra para nombrarla, que ya figura en el DRAE con la grafía calimocho.


Pero la bebida ya existía antes de ser popularizada con ese nombre. Era un jaibol al que en nuestra juventud, allá por el jurásico, llamábamos «rioja libre». No hará falta explicar la analogía. Consistía exactamente en lo mismo que el calimocho, salvo una pequeña diferencia: aún se bebía en vaso de cristal, y no en esas palanganas de plástico de ahora. En la Wikipedia hacen más precisiones sobre el nacimiento del popular brebaje.

15 de agosto de 2006

Ortografía comunitaria


Son proverbiales las complicadas relaciones que a veces se mantienen dentro de las comunidades de vecinos. Lo que no es tan frecuente es que las desavenencias se den entre los vecinos y la ortografía.

La foto está capturada de flickr, donde han creado un álbum dedicado a las erratas.

14 de agosto de 2006

COGOTERO


Las noticias de sucesos han hablado estos días de una nueva tipología de atracadores: los «cogoteros». Son los que, a la salida de los bancos y de los cajeros automáticos, se abalanzan sobre los clientes y les despojan del dinero que acaban de retirar.

Que la palabra viene de «cogote», parece fuera de toda duda. Pero lo que no está claro es si sucede así porque: a) al asaltar a su víctima, el agresor la golpea en la nuca o le agarra del cuello con el brazo, o b) para cerciorarse de que la víctima lleva dinero, el cogotero le vigila por detrás –por encima del cogote- y observa qué suma extrae del banco. Seguiremos indagando.

ASOLAR



No se trata de un solo verbo, sino de dos verbos homónimos. Uno está formado a partir de «sol» y significa ‘secar por efecto del calor’, referido a los campos. El otro, del latín assolare (‘derribar’, ‘tirar al suelo’), es ‘arrasar o destruir completamente [una ciudad, un territorio, un polígono industrial o un bosque]’. El primero es un verbo regular, cuyo presente de indicativo se conjuga por tanto asola, asolan. El otro, en cambio, es un irregular conjugado como contar, de manera que en principio debería llevar a asuela, asuelan...


Según esta norma, los incendios no asolan sino que asuelan. Pero ya casi nadie se inclina por la segunda forma. El benevolente Diccionario panhispánico de dudas ha venido a bendecir el error y desde su reciente entrada en vigor ya autoriza a emplear la conjugación regular, con el pretexto de que «ambos [verbos] comparten el significado profundo de ‘destruir por completo’». La decisión no es desacertada, pero el argumento carece de peso. El hecho de que dos palabras estén semánticamente próximas no autoriza a unificar su forma: banal es casi sinónimo de vano, y hueco guarda un parentesco muy cercano con oquedad, sin que a nadie se le ocurra autorizar*vanal u *hoquedad, pongamos por caso. Si admitimos asola y asolan, que sea por motivos de simplificación de la norma o, dicho de otro modo, para no marear a los hablantes con reglas innecesarias.

(La fotografía, de El Faro de Vigo)

10 de agosto de 2006

VOLAR


«Policía aborta plan para hacer volar aviones en vuelo» (Edición en castellano del Orlando Sentinel, 10 de agosto de 2006)

La policía británica es muy lista. Fuentes bien informadas indican que su siguiente operativo va a frustrar un plan para hacer navegar barcos en el océano, y que a punto está también de desbaratar otra trama para hacer circular automóviles en plena carretera. El Sentinel estará allí para contarlo.

Arte de titular (2)


Batasuna da por hecho la celebración de la manifestación el domingo pese a la desconvocatoria (La Razón, 9 de agosto de 2006).

La frase ya es de por sí un modelo de coherencia en el contenido, de claridad verbal, de musicalidad y de economía lingüística. Pero su mayor acierto de estilo es esa atrevida concordancia entre hecho y celebración.



Vigo desaconseja a mayores, niños y enfermos estar mucho en la calle (El Faro de Vigo, edición impresa, 10 de agosto de 2006).

Y al ver esto el lector, que sí sabe que los incendios están dejando en el aire partículas nocivas, se pregunta quién será ese Vigo tan preocupado por la salud de los vigueses: ¿Un médico especialista en aparato respiratorio? ¿Una autoridad sanitaria? ¿El jefe de los servicios de bomberos de la zona? No. Es el ayuntamiento de la ciudad. Una metonimia algo atrevida.



Rechazan en Navarra la norma que excluye a fumadores de trabajos (Diario de Navarra, edición impresa, 10 de julio de 2006).

Hay fumadores de tabaco tubio, fumadores de negro, fumadores de pipa, fumadores de puros habanos, fumadores de yerba... pero ¿fumadores de trabajos? Quizá sea una manera de llamar a los que abusan del absentismo, no sé.

8 de agosto de 2006

Arte de titular

El arte de perpetrar titulares en agosto. Cuando el calor derrite la morfosintaxis.


«La besó en la calle, la roció de gasolina. Un año después, murió» (Portada de ABC, edición impresa, 7 de agosto de 2006)

Es decir, que al besar a la mujer y rociarla de gasolina cayó sobre él alguna suerte de maldición que al cabo de un año le condujo a la muerte. Porque está claro que el muerto, según el titular, fue el agresor y no la agredida.



«Los bomberos retiran la tapa de una chimenea que cayó en el centro pamplonés» (Diario de Navarra, edición digital, 8 de agosto 2006)


Los bomberos retiraron la tapa. Y, una vez efectuado su trabajo, regresaron al parque dejando la chimenea en el lugar donde había caído. Porque, según el titular, lo que cayó a la calle no fue una tapa de chimenea, sino la chimenea completa.



«Ruth Beitia a la final de altura y la Marta Mendía eliminada» (Diario de Navarra, edición digital, 8 de agosto de 2006).

Ruth Beitia ha saltado 1,92. Marta Mendía, 1,90. Dos centímetros que según el titular separan la gloria del tratamiento desconsiderado.

7 de agosto de 2006

Croquetas y lucha de clases


Si contienen queso, ese alimento al alcance de todos los bolsillos, son «cocretas». Las humildes y populares cocretas de toda la vida.

Pero cuando lo que llevan dentro son gambas, ah, amigo, entonces empecemos por respetar la corrección léxica. Unas «croquetas» de gambas son ya unas señoras croquetas.

Diferencias de clase que corrobora la carta de precios:
Cocretas de Queso: 6,00 €
Croquetas con Gambas: 8,00 €

PARADISÍACA


Lugar: Gotemburgo (Suecia). Circunstancia: Campeonatos de Europa de atletismo. Protagonista: Joan Lino Martínez, inscrito en la prueba de salto de longitud.

Como dicen los reporteros del ramo, la actuación de Joan Lino es una incógnita. Aunque en condiciones normales salta bastante más allá de los ocho metros, el atleta ha pasado un año lesionado y no se sabe si a la hora de la verdad volverá a ser el que era. Pero él confía en sus posibilidades. Más aún: está como una moto. Eso ha dado a entender cuando le entrevistaban en la tele: «De no estar en forma, no habría venido a los campeonatos y estaría tomando el sol en una playa afrodisíaca».

Afrodisíaca, la playa. Vaya, vaya.

Joan Lino, a ver esos 7,95 que piden para pasar a la final. Los dioses no te concedieron el don de los epítetos, pero saltando eres un hacha. Plas, plas, plas, plas...

4 de agosto de 2006

*OSTENTÓREA (2)


Fue Juan Benet. El primero en llevar a la literatura el adjetivo «ostentóreo», tal como aparece en la foto del ‘post’ de más abajo, fue el llorado Juan Benet.

El vocablo figura, en femenino, en una página de la novela Herrumbrosas lanzas, de 1983. Y no queda mal. En realidad, podría considerarse un acertado hallazgo lingüístico puesto que suma la idea de algo aparatoso, grandioso o que llama la atención a la vista –«ostentoso»- y la impresión de algo que produce mucho ruido o causa espanto –«estentóreo»-. O también una metedura de pata, por qué no.

Dudo que Jesús Gil leyera a Juan Benet. Pero demos a cada cual lo que le pertenece.

(La foto del escritor, de Chema Conesa)

3 de agosto de 2006

*OSTENTÓREA

















Las curiosidades que uno encuentra en verano releyendo viejos libros. Ésta corresponde a 1983, mucho antes de que Gil al cuadrado se convirtiera en el hazmerreír de los bienhablantes por decir aquel disparate de «ostentóreo», que le acompañó hasta la tumba y ha quedado pegado a su nombre en la posteridad. Pues tuvo un precursor, y no era precisamente un don nadie. Premio para quien lo descubra.

1 de agosto de 2006

Aniversario del cumpleaños



Entre las propuestas contenidas en su mensaje prepóstumo a los cubanos, Fidel Castro ha incluido esta petición:

«El 80 aniversario de mi cumpleaños, que tan generosamente miles de personalidades acordaron celebrar el próximo 13 de agosto, les ruego a todos posponerlo para el 2 de diciembre del presente año, 50 aniversario del Desembarco del Granma».


El aniversario del cumpleaños, dice. Una de dos: o efectivamente está tan malito que le fallan los mecanismos del idioma, o tiene más años de los que declara y lleva décadas engañando a los cubanos acerca de su edad. Pues si el número 80 no se refiere al «cumpleaños» ni al «aniversario» [de su nacimiento, se entiende], sino al «aniversario del cumpleaños» bien pudiera significar que el 13 de agosto hará 80 años del quinto, u octavo, o undécimo cumpleaños celebrado por Fidel. De las dictaduras, tan amigas de celebraciones conmemorativas, puede esperarse cualquier cosa.

Pero esta vez sí sabemos que no es así. Que Fidel Castro nació en Mayarí el 13 de agosto de 1926. Su lapsus linguae puede ser la consecuencia de un estado poco tranquilizador, y el deseo de posponer la celebración hasta el 2 de diciembre el delirio de un moribundo que se agarra desesperadamente al clavo ardiendo de la fantasía.

Sic transit gloria mundi.