25 de septiembre de 2011

HUMOS



En principio parece raro que el humo, símbolo de muerte según nos enseñaron los ascetas barrocos, sirva también para designar las vanidades mundanas. Pero el humo de la cremación nada tienen que ver con el humo al que aluden fórmulas como «tener muchos humos» o «subírsele los humos (a la cabeza)», de origen distinto. Mediante ellas, el idioma remonta los tiempos y nos conduce a épocas en que el humo era signo de distinción. Dice Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana que tener muchos humos ­—o muchos «fuegos»— era tanto como tener muchas propiedades. Las chimeneas pregonaban la grandeza de la posesión y si además se veía salir humo de ellas era señal de que dentro había calor y comida, confort y abundancia. En las descripciones geográficas antiguas aparecen con frecuencia menciones de aldeas de un número determinado de humos, para indicar su dimensión (de hecho, todavía el Diccionario registra una acepción arcaizante de «humo» como sinónimo de casa u hogar). En la cultura del «tanto tienes, tanto vales», es normal que este humo acabara identificándose con la presunción, el orgullo y la arrogancia. Otra forma de ufanarse de categoría social era colocar en el exterior de las propiedades estatuas de los antepasados, más valiosas cuanto más oscurecidas (con más «humos», según Covarrubias) se las veía por efecto del tiempo. Sea como fuere, es frecuente encontrar en nuestros clásicos expresiones como «tener humos de aristocracia», «darse humos de sabio» o «subírsele los humos de la soberbia». Y, en el otro extremo, «bajar los humos» como forma de aplicar al engreído una cura de humildad, de darle una lección, de corregir su insolencia.    

24 de septiembre de 2011

*HA HACER



Se me ocurre que si quitamos la hache a la preposición y aprovechamos el hueco que nos deja para colocar el signo de interrogación de apertura delante del «no?» del final mataríamos dos pájaros de un mismo tiro ortográfico y no podríamos poner la excusa de que Twiter nos limita el número de caracteres. No es más que una sugerencia, en fin.


Más sobre el autor del tweet, aquí.
Vía @nagorealacontra 

19 de septiembre de 2011

CHIRINGUITO



El origen de la palabra «chiringuito» se remonta a «chiringo», nombre dado en Cuba a un pequeño chorro de café que los trabajados de las plantaciones obtenían para consumo propio. Más tarde, convertido en diminutivo, pasó a aplicarse por ampliación metonímica a algunos bares modestos donde se servían cafés y otras bebidas. El salto a la península se produjo a principios del XX, en Sitges, por medio de un bar que adoptó como nombre El Chiringuito y cuyas servilletas todavía pregonan con orgullo el título de ‘First Chiringuito in Spain’. Se dice que quien dio la idea fue González-Ruano, veraneante fiel en Sitges y asiduo cliente del establecimiento. Pero no parece probable si se tiene en cuenta que el nombre del local se remonta a 1913, cuando el escritor apenas había cumplido los diez años y aún faltaban treinta para que empezara a visitar Sitges. Del chiringo caribeño a las canciones de Georgie Dann hay un largo y provechoso recorrido del término, hoy totalmente asentado en el castellano con el significado de ‘bar de playa’. No conforme con ese apacible destino, «chiringuito» empieza a extenderse en sentido figurado como sinónimo de oficina o lugar de trabajo («ya es hora de apagar el ordenador y cerrar el chiringuito»), negocio generalmente irregular («la policía descubrió el chiringuito de grabaciones piratas que tenía montado») o, con intención más irónica, organización de grandes dimensiones («ha ampliado la empresa y menudo chiringuito tiene en el polígono»). Un caso de éxito que demuestra cómo en la lengua cualquier palabra, por insignificante que sea, puede triunfar si le acompañan la suerte y el favor de los hablantes.

14 de septiembre de 2011

Kaká se cae






A juzgar por las noticias, una de los lesiones más frecuentes entre los jugadores de fútbol se produce al caerse de la convocatoria. He mirado en el buscador de noticias de Google y encuentro que la expresión «se cae de la convocatoria» da nada menos que 574.000 resultados, a los que habría que añadir los correspondientes a otras variables flexivas del verbo caer: se caen, se cayó, se ha caído, etcétera.  La última víctima de este singular traumatismo producido en el bosque de los tópicos ha sido el delantero brasileño conocido por su hipocorístico de Kaká. Otra bonita costumbre de muchos jugadores: hacerse poner en la camiseta el nombre con que les llamaba la maestra en el parvulario. Pues bien, resulta que en un entrenamiento Kaká sufrió una caída a resultas de la cual quedó lesionado. Y eso le ha provocado una segunda caída, ahora desde lo alto de una convocatoria. El titular lo cuenta con una alegre cacofonía: «Ka-ká se cae de la con-vo-ca-toria». Desde aquí le deseamos una pronta recuperación. 

13 de septiembre de 2011

*AFLIJIDO





«Aflijido»: no es un error ortográfico del periódico, sino la reproducción del nombre del animal tal como consta en el registro civil de los toros, como le viene de sangre, como se llamaban los sucesivos sementales que lo han traído hasta aquí a lo largo de generaciones, según explica el ganadero. Pero la razón genealógica no debería haberse impuesto sobre la ortográfica, porque la mayoría de los nombres de pila han ido adaptándose a la norma de cada época. Además de que no es muy razonable convertir la ignorancia de algún remoto vaquero en credencial de valor cultural, el hecho es que hoy no escribimos Estevan, sino Esteban, ni Calisto en lugar de Calixto. Sin embargo el cosmos taurino se comporta como un mundo aparte en muchos órdenes, y el de la escritura no podía ser menos. El pobre Aflijido ha caído hoy atravesado por la lanza de la tradición tordesillana, tal como muestra la fotografía, y para más inri lo ha hecho con la aflicción añadida de la letra jota, otra premonitoria lanza que trajo clavada desde la cuna.  

*MONITARIA



Sensible a la hecatombe económica, también el idioma va dando indicios de deterioro y confunde las vocales para dar lugar a un involuntario neologismo que tal vez no sea tan descabellado como parece. Pensar que no hablamos de 'monedas' sino de 'monitos' invita a reflexionar acerca del relativo valor de la ciudadanía en estos atribulados tiempos que corren. 


Hoy en elpais.com.

10 de septiembre de 2011

Una coma intrusa


(Teletexto de TVE, 10.8.2011)


«No, a bajar salarios» más parece una decidida exhortación a la explotación laboral que una negativa como la que ha expresado Rubalcaba. Ay, las comas. Como decía mi buen amigo F. a sus alumnos, «no es lo mismo Feliz Nochevieja que Feliz noche, vieja».