31 de agosto de 2009

Cruzadas


El rotativo colombiano El Tiempo se ha sumado a las campañas de defensa de la ortografía emprendiendo una «cruzada masiva y pedagógica de corrección ortográfica en los anuncios del país». Loable empeño, que bien podría haber empezado por sus propias páginas. Esto que se muestra arriba pertenece a la sección de Libros de su edición digital. Los resaltados son de un servidor.

27 de agosto de 2009

DANTESCO


Decididamente, no hay duda de que el pobre Dante ya está devaluado del todo. No se conforman con sacarlo a pasear en forma de tópico cada vez que ocurre un incendio, una matanza, una riada, un tsunami o una tormenta de granizo. Ahora se ve que «dantesco» también sirve para lo que antes se tachaba de ridículo, absurdo, molesto, ofensivo o grotesco. Porque la presidenta del Parlamento navarro no denunciaba ningún crimen, sino que se refería a una trampa de concejales, a una jugarreta de aldeanos sin más trascendencia que la burla sufrida por los pacíficos vecinos de Berriozar.

(ABC digital, 27.8.09)

26 de agosto de 2009

LA VERDAD ES QUE...

El reportero se acerca al futbolista micrófono en mano. Va a hacerle una de esas tediosas y tópicas preguntas con que entretener a la afición antes del partido, o después de él, o en el descanso, o al salir del entrenamiento. Y el futbolista abre su pico de oro para darle respuestas igualmente tópicas y tediosas con que entretener a la afición antes del partido, o después, etcétera. Observarán que, se hable de lo que se hable y sea cual sea la destreza oratoria del entrevistado, éste arranca invariablemente sus contestaciones con un «La verdad es que...». La verdad es que hemos ganado, la verdad es que la cosa estaba difícil, la verdad es que no hemos podido sentenciar, la verdad es que... Por si eran pocos los barbarismos y las licencias idiomáticas que nos llegan del campo de fútbol, viene ahora este latiguillo innecesario a rematar la faena. ¿No bastaba con los clásicos «Bueno...», «Esto...», «Mmm...», viejos recursos con que salir del titubeo y dar tiempo al pensamiento antes de sacarlo por la boca? Al parecer se necesitaba algo más enfático y solemne, y nada mejor que apelar a la Verdad, a la manera metafísica. Y hacerlo a todas horas, aunque el giro no se utilice para corregir algo dicho anteriormente o para mostrar algo que quedaba oculto (que éstas y no otras son las situaciones que lo autorizan). No se equivocan quienes ven en el fútbol la nueva religión. Como los antiguos oráculos, los futbolistas pronuncian palabra de Dios, es decir, Verdad. Me pregunto si habrá que santiguarse al oírles.

19 de agosto de 2009

3000 METROS HOSTIÁCULOS

















La primera medalla española en los Campeonatos del mundo de atletismo la ha obtenido Marta Domínguez en los 3.000 metros obstáculos. Chapó, para ella y también para el gran Eliseo, que se ha dejado la piel en la final masculina de la misma prueba. Se trata de una especialidad extraña, ideada por alguna mente perversa, donde a veces ocurren aparatosos accidentes en un punto crucial: el paso de la ría. Justamente uno de estos percances impidió a Marta Domínguez subir al pódium en los Juegos Olímpicos de Pekín.


Por eso en la jerga atlética algunos conocen la prueba con otra denominación: los «ostiáculos». U «hostiáculos», como prefieran. Tal vez no suene muy bien, pero nadie puede negar el acierto del término. Aquí unas muestras para recreo de la afición:










12 de agosto de 2009

ABSOLUTAMENTE


«No podemos poner en cuestionamiento un ejemplo de transporte que está siendo absolutamente observado por todo el mundo», ha declarado José Blanco, ministro de Fomento, respondiendo a las críticas surgidas por la suspensión del servicio del AVE Madrid-Andalucía, en el que el aguacero del lunes provocó inundaciones de vías y otros desperfectos. «Absolutamente observado», «por todo el mundo», ahí queda eso. Me pregunto cómo se observa un tren absolutamente. Pero el caso es tirar de hipérboles y de sesquipedalia verba, para que el discurso quede imponente.

ZUM y BUM


Nadie se imagina comprando un «zum» para su cámara fotográfica, ni hablando de unas imágenes tomadas con «zum». En ambos casos escribimos «zoom» aunque la pronunciación y la escritura vayan por diferente camino, y lo hacemos así por costumbre, o por inercia, o porque parece que «zum» encajaría mejor entre las onomatopeyas de un tebeo que en la descripción de un ‘teleobjetivo especial, cuyo avance o retroceso permite acercar o alejar la imagen’, según la definición académica del término. Sin embargo, el Diccionario Panhispánico de dudas se inclina por la forma «zum». Algo parecido ocurre con «boom» (‘éxito o auge repentino de algo’), para el que el DPD prefiere la adaptación gráfica «bum». Durante cierto tiempo, la tendencia a aplicar a los anglicismos formas castellanizadas basadas en la fonética tuvo encendidos defensores. Ahora, familiarizados como estamos con las grafías inglesas, empieza a perder sentido. Ya se comprobó con aquel ridículo «güisqui», que nadie escribe ya pese a seguir siendo la forma canónica, y con tecnicismos descabellados como «cederrón» (palabra que, por suerte, los tiempos dejarán pronto inservible al desaparecer el objeto al que da nombre). Y nada digamos de otros neologismos como «yacusi» (por «jacuzzi»), «suvenir» (por souvenir) o «sexapil» (por sex-appeal). Una sencilla cata en los buscadores de la red permite comprobar que las formas «zum» y «bum» no se emplean apenas, ni siquiera en ámbitos cultos, literarios o científicos. Los términos generalizados son «boom» y «zoom». Quizá haya que admitir una digna derrota en vez de empecinarse en librar batallas contra molinos.

Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 20.6.09.

6 de agosto de 2009

Depresión epistolar

En la bandeja de correo del profesor de Lengua se hallaba este mensaje de uno de sus alumnos. No era un estudiante de Primaria, ni de E.S.O., sino que había llegado -quién sabe cómo- hasta el primer curso del Bachillerato.




Tras leer lo cual el profesor quedó sumido en un hondo abatimiento.

5 de agosto de 2009

PURO Y DURO


De un tiempo a esta parte se ha extendido en el habla el empleo del adjetivo «puro», en su sentido de ‘mero’ o ‘no mezclado’, seguido de otro adjetivo: «duro». Sucede más en femenino: «Esta película está llena de violencia pura y dura»; «le ha dicho la verdad pura y dura». En principio es un feliz hallazgo expresivo que sirve para enfatizar el esfuerzo, la dificultad o el rigor. Pero la pareja de adjetivos amenaza con formalizar sus relaciones y convertirse en un matrimonio indisoluble, de tal manera que ya hay pocas cosas «puras» que no se paseen del brazo de su nuevo acompañante, venga o no a cuento la amplificación.


Hay a quien le gusta la literatura pura y dura y quien afirma que sólo bebe agua pura y dura. Cuidado con esta moda, que empieza a rozar el amaneramiento verbal cuando el énfasis no es está justificado por la semántica sino por el vicioso alargamiento y por el magnetismo de la rima. El castellano ya es proclive a las construcciones de este tipo. Abundan las fórmulas bimembres rimadas de larga tradición e indiscutible fuerza expresiva: «a trancas y barrancas», «por fas o por nefas», «a las duras y a las maduras», «sin oficio ni beneficio», e incluso en el caso de adjetivos, como en «mondo y lirondo» o cuando hablamos de dinero «contante y sonante». Así que «puro y duro» tiene abiertas las puertas en el registro de parejas de hecho del español, aunque no todo lo puro tenga que ser necesariamente duro sino al revés: porque puro también significa ‘sencillo, limpio, agradable o ameno’. Bien está la rima cuando refuerza el sentido, pero la poderosa tentación de la poesía también puede conducirnos a hablar -y ésta es otra locución rimada- sin ton ni son.

4 de agosto de 2009

CAFÉ BEBIDO


-Hoy no he tomado más que un café bebido- comenta V.


Decimos «café bebido». Pero ¿hay otra forma de consumir café que no sea bebiéndolo? Sí. Están los helados de café, las cremas de café, los caramelos de café con leche y los innumerables postres sólidos con café ideados por la creativa cocina moderna. Unos se sorben, otros se mastican, o se lamen, o se muerden. Pero el «café bebido» no apunta a la forma de ingestión, sino a un hábito alimentario. Llamamos así al café –solo, descafeinado, cortado, con leche, bombón, tanto da- que se toma por la mañana como único desayuno, sin acompañamiento sólido o líquido alguno. No sabría decir de dónde le viene ese adyacente y no otro (podría ser «un simple café», o «un café sin más»), porque el sintagma «café bebido» se pierde en la noche de los tiempos.


Al decir que alguien ha desayunado «un café bebido» parece que, según las circunstancias, hablamos de una persona acelerada, entregada a su trabajo, sin tiempo para atender a las demandas del estómago; o de un disciplinado cuidador de la dieta; o de un pobre de solemnidad; o de un inapetente incapaz de apreciar las delicias de la bollería. Y todo eso con un simple participio más bien caprichoso. De qué formas tan extrañas se comporta nuestra habla cotidiana.

3 de agosto de 2009

«TE CUENTO»

Últimamente la situación se da con bastante frecuencia en la comunicación oral. Dos personas conversan, y la una le dice a la otra: «Te cuento». Es su manera de anunciar el comienzo de una parrafada. La breve oración se ha convertido en un cliché verbal que actúa como marcador introductorio en cualquier clase de discurso, pues aunque recurra al verbo «contar» sirve tanto para narraciones como para descripciones o exposiciones. Este «te cuento» generalizado es bastante reciente. No pertenece a un registro idiomático definido, aunque deja asomar cierta afectación alejada del tono coloquial donde se supone que reside. Cuando alguien suelta un «te cuento», el oyente percibe cómo se le vienen encima los dos puntos y tras ellos una larga perorata que habrá de soportar pacientemente. Pues, si bien por una parte el «te cuento» manifiesta la intención de ser pedagógico, claro y preciso (cuando lo usa, por ejemplo, alguien a quien hemos preguntado cómo llegar a una determinada calle), por otra establece una relación de dominio del emisor, como si la fórmula le autorizara a tomar la palabra y a no soltarla hasta pasado un buen rato. Esta construcción formada por el dativo de segunda persona seguido del verbo en presente de indicativo –y con otra particularidad: omitiendo el «lo» de complemento directo- conoce algunas variantes, todas ellas con verbos de decir: «verás, te explico», «a ver, yo te digo», «mira, te aclaro». Sin embargo, gana abrumadoramente el verbo contar, tal vez porque siempre se ha dicho que a todos nos gusta que nos cuenten historias. Pero tampoco nos gusta que nos vengan con cuentos.

Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 23.5.09.