



La primera medalla española en los Campeonatos del mundo de atletismo la ha obtenido Marta Domínguez en los 3.000 metros obstáculos. Chapó, para ella y también para el gran Eliseo, que se ha dejado la piel en la final masculina de la misma prueba. Se trata de una especialidad extraña, ideada por alguna mente perversa, donde a veces ocurren aparatosos accidentes en un punto crucial: el paso de la ría. Justamente uno de estos percances impidió a Marta Domínguez subir al pódium en los Juegos Olímpicos de Pekín.
Por eso en la jerga atlética algunos conocen la prueba con otra denominación: los «ostiáculos». U «hostiáculos», como prefieran. Tal vez no suene muy bien, pero nadie puede negar el acierto del término. Aquí unas muestras para recreo de la afición:
5 comentarios:
Suena mal. ¿Por qué ese empeño en no respetar el significado religioso de la palabra Hostia y dejarlo para lo que designa?
Saludos
Dice el DRAE:
hostia.
(Del lat. hostĭa).
1. f. Hoja redonda y delgada de pan ácimo, que se consagra en la misa y con la que se comulga.
2. f. Cosa que se ofrece en sacrificio.
3. f. vulg. malson. Golpe, trastazo, bofetada.
Gracias. ¿Sabemos por qué se incorporó la acepción 3?
Saludos
Sí, claro. Porque todo el mundo sabe que darse una hostia es darse un golpe, un trastazo o una bofetada.
Supongo que el afán de ofender a Dios estaba detrás de esa nueva acepción.
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