6 de noviembre de 2006
Brillo y esplendor de las comillas
Observen las comillas en los textos de periódico. Cada vez hay más, no sólo en el cuerpo de los textos sino en los mismos titulares. La continuidad de Luis Aragonés, pendiente de unas «connotaciones». Montilla dice que no gobernará «a cualquier precio». Nace «Yoigo», el cuarto operador de telefonía móvil. Miguel Sebastián es el «destacado político» que competirá con Gallardón. Y así. Interesante herramienta, ésta de las comillas. Un recurso tipográfico con variadas utilidades, que tan pronto sirve para encerrar una cita textual o las palabras literales de alguien como actúa avisando del empleo figurado de un término. Es cierto que quizá se esté abusando del periodismo declarativo, el que gira en torno a lo que dicen los políticos y las personalidades públicas en lugar de fijarse en sus acciones (sigue)
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4 comentarios:
Si solo fuera eso...
¡Qué festín nos vamos a dar entre comillas y cursivas!
A la gente le encanta entrecomillar, no hay más que fijarse en los anuncios callejeros, los carteles de los restaurantes, los avisos de la comunidad de vecinos...
-Si tienes entre 20 y 25 años: "Oportunidad de empleo". Buscamos personas tal y tal...
-Postres "caseros".
-Las "cacas" de tu perro en tu acera (leído hoy mismo)
Las comillas más misteriosas, sin duda, las de un cartel pringoso que lleva años pegado en la ventana de un bar de mi barrio:
-"Hay" caldo.
Si el caldo es del mismo tipo que el cartel debería decir "Ay" caldo.
Un "saludo".
Hay cosas, gestos, muletillas, que me duelen como pedradas, o que me causan auténtico prurito, pero pocos como ese tan ridículo de gestualizar las comillas.
Y no sigo porque acaba de llegar mi mujer entrecomillando frases con las manos, ante mi despiporre y carcajeo.
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