«Revulsivo» es un término propio de la medicina y de la farmacia que se aplica a ‘todo aquello que provoca o produce revulsión’. Y la revulsión es, según el DRAE, un medio curativo consistente en «producir congestiones o inflamaciones en la superficie de la piel o de las mucosas, mediante diversos agentes físicos, químicos y aun orgánicos». Son revulsivos, por ejemplo, los purgantes y aquellos otros remedios que producen un mal menor con el fin de provocar una reacción de defensa contra otro mal peor. Hoy crece su empleo metafórico en otros ámbitos, como el de los deportes de competición: «El gol recibido por el equipo actuó como revulsivo para sus atacantes». O en las relaciones personales: «La reprimenda de sus padres fue un revulsivo para que se esforzase más en los estudios». Sin embargo, cada vez es más frecuente encontrarlo como erróneo sinónimo de «estímulo» en el sentido positivo de la palabra: «Este premio literario va a ser un revulsivo para la prometedora carrera de Fulano»; «El gol marcado [no el recibido] actuó como revulsivo para sus atacantes»; «La subida de sueldos fue un revulsivo que mejoró la productividad». No: en estos casos ha de hablarse de «aliciente» (‘cosa agradable que anima a hacer algo’, según María Moliner), «impulso», «refuerzo» o «estímulo». Para usar «revulsivo» con propiedad es necesario que haya habido un daño, por pequeño que éste sea, a resultas del cual el perjudicado cobra fuerzas, se ve espoleado, toma una decisión o pone mayor empeño y firmeza en su propósito. En cierto modo, para que algo sea revulsivo tiene que resultar al menos un poco «repulsivo».
No hay comentarios:
Publicar un comentario