Un taller es un lugar donde se trabaja «una obra de manos». Hay talleres de carpintería, de mecánica del automóvil, de pirotecnia o de imprenta, aunque la evolución de los oficios va condenando a muerte a muchos de ellos. También se puede hablar de «taller» para referirse a lugares de aprendizaje de ciencias o de artes, especialmente estas segundas. Últimamente, por influencia de ciertas corrientes pedagógicas más preocupadas de crear eufemismos que de elevar el nivel cultural de los estudiantes, el término ha adquirido un raro prestigio y es empleado como denominación de aulas, grupos, cursos, cursillos y seminarios de las más variadas actividades. Uno puede encontrarse con talleres de cuentos o de matemáticas, pero también los hay de relajación, de interiorismo, de negocios, de autoestima o incluso talleres de oración. A la vista de tanto taller, a uno le viene a la memoria el anuncio hallado en Buenos Aires por Adolfo Bioy Casares donde, en forma de perfecto serventesio, se pregonaba la apertura de un negocio digamos que familiar en una céntrica zona de la capital argentina:
La señora de Pérez y sus hijas
comunican al público y al clero
que han abierto un taller de chupar pijas
en la calle Santiago del Estero.
La señora de Pérez y sus hijas
comunican al público y al clero
que han abierto un taller de chupar pijas
en la calle Santiago del Estero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario