1 de julio de 2006

CLÁUSULA


Aunque es un término del Derecho, da la impresión de haberse trasladado al léxico del deporte. Y parece que en el camino no ha salido ganando que digamos. La voz «cláusula» viene definida en el diccionario como «cada una de las disposiciones de un contrato, tratado, testamento o cualquier otro documento análogo, público o privado». De manera que un contrato puede contener cláusulas de contenido muy diverso, desde las que establecen compromisos económicos hasta las que fijan derechos, deberes o prerrogativas de las partes. Es lo que negocian jugadores y entrenadores de fútbol y otros deportes en estas fechas en que empieza el baile de fichajes, traspasos y cesiones.

Unos y otros firman o renuevan contratos, todos ellos con sus correspondientes cláusulas. Sin embargo parece que sólo hubiera una: la «cláusula de rescisión», que es la que fija la cantidad que debe ser abonada por el jugador en el caso de que pretenda cambiar de equipo antes del fin de su contrato; esto es, en el caso de que pretenda «rescindir» éste. Es la «cláusula» por antonomasia, la que se sobreentiende cuando los implicados o la prensa emplean el término sin más concreción: «La cláusula de Riquelme es de 18 millones de euros»; «El Barça no rebajará la cláusula de Navarro»; «El club ofrecerá rebajar su cláusula a Dudu Aouate». Son ejemplos de titulares periodísticos recientes. Evidentemente lo correcto sería precisar que se trata de «cláusulas de rescisión». Pero en esos mercados de esclavos de lujo en que se han convertido ciertos deportes, al buen entendedor quizá no le hacen falta más palabras.

Publicado en 'Juego de palabras', del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 27.6.06.

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