3 de julio de 2006

HIPOTECA


En las bibliotecas hay libros. Una pinacoteca contiene cuadros. Las discotecas son lugares de la música, y las hemerotecas archivos de periódicos. Sin embargo una hipoteca no es una colección de caballos, contra lo que podría suponerse.

Bueno, algunos constructores y agentes inmobiliarios son propietarios de grandes cuadras (en España, «cuadra» es el lugar donde se guardan los animales y también el conjunto de animales alojados en él; en América, llaman «cuadra» a una manzana de casas: qué coincidencia). Pero estos dueños de cuadras con aficiones hípicas no cargan con hipotecas. Y los que viven sujetos a ellas rara vez pueden permitirse la práctica de la equitación.

No, las hipotecas no son colecciones de caballos. Son una cosa menos gratificante, que el diccionario define como «finca que sirve como garantía del pago de un crédito» y «derecho real que grava inmuebles o buques, sujetándolos a responder del cumplimiento de una obligación o del pago de una deuda».

(La fotografía, de ‘El País’, sobre las manifestaciones de jóvenes exigiendo soluciones para el problema de la vivienda).