
No nos mofemos de los tecnicismos de las ciencias humanas: muchas veces reflejan conceptos nuevos que requieren palabras también nuevas. Aunque un servidor preferiría hablar de «mediación en la lectura», la noción de «
mediación lectora» bien entendida remite a las teorías de
Vigotsky acerca del aprendizaje. Para no meternos en jardines, digamos que se trata de sustituir la idea de profesor-transmisor por la de profesor-intermediario. Intermediario entre el libro y el lector-estudiante, en este caso.
Sospecho, sin embargo, que los promotores del
curso organizado por la prestigiosa Universidad de Deusto han tomado la «mediación lectora» en un sentido algo más elástico. Lo suficientemente laxo para englobar ‘todo lo que esté en medio’: entre el autor de un libro y su lector están los editores, los distribuidores, los libreros, los bibliotecarios, los papás y las mamás y los cuñados sabiondos que todas las navidades se empeñan en regalarnos lo último de Auster. No sé si Vigotsky aprobaría tal sobrecarga de mediaciones.
Pero ya digo que es simplemente una sospecha. Tal vez me equivoque. Vean ustedes mismos el programa y juzguen por su cuenta. En donde estoy seguro de acertar es en la penosa impresión que causa la prosa del anuncio: comas que faltan, gerundios de posterioridad, preposiciones omitidas, giros galicistas,
desdeísmos, errores gramaticales, y todo ello trufado de una palabrería del más acendrado
bullshit. No es la mejor credencial para un curso sobre lectura. Alguien debería ofrecer a los responsables del curso o de su presentación otro curso previo de
mediación redactora.