12 de enero de 2012

INCUNABLE



Un incunable no es cualquier libro antiguo. En rigor solo reciben esa denominación las obras impresas datadas antes del siglo XVI. Aunque por extensión se tienda llamar «incunables» a los libros antiguos en general, incluso los manuscritos, este uso es erróneo y hasta podría decirse que fraudulento si lo aplicamos al comercio de antigüedades. Al margen de su mayor o menor valor, el incunable tiene un límite preciso y, todo sea dicho, arbitrario. Lo fijó el humanista Bernhard von Mallinckrodt (1591-1664) al establecer los periodos de la historia de la imprenta. Consideró el estudioso que el tiempo transcurrido entre el feliz invento de Gutenberg y el 1 de enero de 1501 era la época primitiva a la que llamó «prima typographiae incunabula». Aquí «incunabula» es expresión metafórica tomada del latín, donde venía a designar los pañales usados para las criaturas, así como el lugar de nacimiento de éstas. El límite señalado por Von Mallinckrodt ha venido siendo admitido hasta hoy en bibliografías y catálogos especializados, si bien con algunos matices. No todos los impresores de la primera época añadían portadas o colofones a sus obras, lo cual impide a menudo conocer su fecha de impresión. De ahí que, por más seguridad, se maneje también el límite de 1550 (aproximadamente el primer siglo de la imprenta) para hablar de «incunables», aunque distinguiendo entre los incunables propiamente dichos (antes de 1501) y los «postincunables» (hasta 1550).  


2 comentarios:

DesEquiLIBROS dijo...

Genial.

La realidad siempre supera la ficción.

Un saludo

JMR dijo...

Así que hay tres clases de incunables: incunables, postincunables, y Messi.