En
rigor, el «entorno» de una cosa excluye a la cosa. Al hablar del entorno de una
ciudad nos referimos a su extrarradio, a la periferia, a los aledaños, pero
nunca a sus barrios céntricos. El entorno de una persona son sus amigos y familiares
y sus relaciones sociales, pero no la persona misma. Es lo mismo que «ámbito»
en la primera de sus acepciones: ‘contorno o perímetro de un espacio o lugar’;
la salvedad reside en que por «ámbito» se entiende también el ‘espacio
comprendido dentro de límites determinados’, una ampliación semántica que los
diccionarios no registran para «entorno». De modo que, así como podemos
referirnos al «ámbito familiar» como sinónimo de «familia», en rigor no decimos
lo mismo con «el entorno familiar», que vendría a ser la parte menos cercana de
la familia y no su sinónimo eufemístico, y mucho menos el «núcleo» familiar. «Entorno»
se ha convertido en una palabra de moda propensa a otras incorrecciones más
graves que esta. La vemos usurpando el papel de la locución preposicional «en
torno» (que se escribe en dos palabras separadas) en expresiones del tipo «el
déficit se sitúa en el entorno de los ocho puntos», «la sesión se cerrará en el
entorno de las tres» o «percibe un salario en el entorno de los mil euros». Es
una construcción afectada que debe evitarse, por errónea y también por
innecesaria, pues la lengua dispone de un sinfín de procedimientos para
expresar la aproximación, desde locuciones como «en torno a» o «alrededor de»
(«la sesión se cerrará alrededor de las tres») hasta el indefinido «unos»
(«percibe un salario de unos mil euros») y fórmulas adverbiales del tipo
«aproximadamente», «más o menos», etcétera.
1 comentario:
Oportuno, claro y completo este nuevo artículo. Salud(os).
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