11 de diciembre de 2011

Buffet libre


Al mediodía, los abogados del bufete toman un descanso y bajan al bufé para almorzar. Pero no a la inversa, aunque estemos acostumbrados a ver escrito erróneamente «bufet» como sinónimo de ‘oficina’ o ‘gabinete’ y a veces algún restaurante anuncie los dudosos servicios de su «bufete». La confusión está originada por el origen común de ambos vocablos, préstamos del francés «buffet». En la lengua gala el término, de origen incierto, designaba desde la Edad Media a un mueble que bien pudo ser un simple taburete o, más adelante, un pequeño armario sin puertas donde se depositaba la vajilla, las botellas u otros útiles. Había un «buffet» o aparador para servir la mesa, y otro para escribir y tener a mano los libros de consulta. A partir de ahí la metonimia hizo su trabajo y adjudicó a la palabra que denominaba los muebles el significado de las actividades a las que servía o del recinto donde éstas se llevaban a cabo. Pero el español las adoptó de manera diferente en cada caso. Llamó «bufé» o «bufet» —las dos formas son correctas, aunque se recomienda la primera—a la comida que se ofrece en la mesa de una sola vez y que los comensales eligen a su gusto para consumirla preferentemente de pie, y también al establecimiento que brinda este servicio (que en los rótulos suele anunciarse con la f duplicada). En cambio la castellanizó en la forma «bufete» para el uso de ‘despacho (de abogados)’ (el francés prefiere en este caso «cabinet»). Aclárese, además, que solo hay bufetes en la abogacía: no son correctos los nombres «bufete de traductores» o «bufete de marketing» que se anuncian en algunas guías. 

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