Entre las frases más famosas del cine está la que Rhett Butler asesta a Scarlett O’Hara en las escenas finales de Lo que el viento se llevó: «Francamente, querida, me importa un bledo» («I don’t give a damn», en inglés). Todos entendemos la expresión, pero pocos son saben qué es un «bledo». Algo insignificante y sin valor, se supone, puesto que «no importar un bledo» actúa como fórmula de desplante, rechazo o indiferencia. Sin embargo el bledo, al decir de quienes saben de estas cosas, es una planta comestible de notables propiedades nutritivas pese a lo insípido de sus hojas. Tal vez nuestros antiguos no apreciaron sus virtudes y sólo vieron en el bledo una hierba silvestre de la que no podía sacarse provecho alguno. Curiosamente, el español abunda en frases negativas de este tipo con el verbo «importar» al que acompaña el nombre de un vegetal. Donde unos dicen «bledo» otros ponen «comino», que parece más justificado por el tamaño de las semillas de esta planta usada como condimento. Otros prefieren decir «me importa un rábano», de donde se deduce que en otros tiempos tampoco esta raíz hacía las delicias de la gente. Lo mismo ocurriría con el «pepino», y es de suponer que también el desprecio alcanzaba al «pimiento». Bledo, comino, rábano, pepino o pimiento son términos intercambiables que cumplen la misma función en la frase. Lo digno de anotar es que el «Me importa un...» raras veces sale fuera del reino vegetal (salvo con «pito» y alguna que otra voz más escatológica). Una cuestión menor –un bledo-, pero también un pequeño misterio más de nuestra lengua.
Publicado en 'Juego de palabras', del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 19.3.07.
3 comentarios:
¿Y un huevo? Yo he oído decir también “Me importa un huevo” con el mismo significado.
Ahora, que no sabría precisar si se refieren a un huevo de gallina o de codorniz…
Otra que también se dice mucho: Me importa un pito!
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