Nadie se imagina comprando un «zum» para su cámara fotográfica, ni hablando de unas imágenes tomadas con «zum». En ambos casos escribimos «zoom» aunque la pronunciación y la escritura vayan por diferente camino, y lo hacemos así por costumbre, o por inercia, o porque parece que «zum» encajaría mejor entre las onomatopeyas de un tebeo que en la descripción de un ‘teleobjetivo especial, cuyo avance o retroceso permite acercar o alejar la imagen’, según la definición académica del término. Sin embargo, el Diccionario Panhispánico de dudas se inclina por la forma «zum». Algo parecido ocurre con «boom» (‘éxito o auge repentino de algo’), para el que el DPD prefiere la adaptación gráfica «bum». Durante cierto tiempo, la tendencia a aplicar a los anglicismos formas castellanizadas basadas en la fonética tuvo encendidos defensores. Ahora, familiarizados como estamos con las grafías inglesas, empieza a perder sentido. Ya se comprobó con aquel ridículo «güisqui», que nadie escribe ya pese a seguir siendo la forma canónica, y con tecnicismos descabellados como «cederrón» (palabra que, por suerte, los tiempos dejarán pronto inservible al desaparecer el objeto al que da nombre). Y nada digamos de otros neologismos como «yacusi» (por «jacuzzi»), «suvenir» (por souvenir) o «sexapil» (por sex-appeal). Una sencilla cata en los buscadores de la red permite comprobar que las formas «zum» y «bum» no se emplean apenas, ni siquiera en ámbitos cultos, literarios o científicos. Los términos generalizados son «boom» y «zoom». Quizá haya que admitir una digna derrota en vez de empecinarse en librar batallas contra molinos.
Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 20.6.09.
Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 20.6.09.
1 comentario:
Curiosamente casi todos escriben iglú, tabú, vudú y bambú. Y si exceptuamos a los fabricantes, lo mismo sucede para champú.
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