Aunque se preste a malentendidos, el eslogan es inocente. Corresponde a una campaña feminista a favor del «lenguaje inclusivo» y de la llamada «igualdad de género» en el uso del idioma. Viejo asunto, en el que no dejan de tener alguna razón ni quienes denuncian los excesos sexistas ni quienes defienden la inalterabilidad de unos signos gramaticales tras los cuales no hay intención discriminatoria alguna. Pero es lógico que los/las inspectores/as de igualdad estén hartas/os de enmendar morfemas a diestro y siniestro, y en particular de tener que poner femeninos «rabitos» (no es un oxímoron) para que las opresoras oes no se impongan sobre las marginadas aes. Si creen que esa es la fórmula, no debe extrañar que insistan en ella. Pero en el lema de la campaña hay más que palabras: tanto como el componente verbal importa el icónico. Vean la forma de rematar el texto con la imagen de un objeto portador de rabito. Encantador, ¿no les parece?