
A nadie se le ocurriría elogiar la sonrisa de otra persona diciendo que tiene «una odontología brillante», ni llamar «dietética severa» al régimen que sigue para perder peso. Odontología y dietética son dos ciencias, como lo son la patología (el estudio de las enfermedades), la geografía (el conocimiento de la Tierra) o la climatología (la ciencia del clima). Y sin embargo oímos sin cesar expresiones como «el paciente padecía patologías previas», «a X le han diagnosticado una patología grave», «el sistema económico sufre una patología avanzada». Quieren decir males, dolencias, enfermedades. La tendencia pedantesca a emplear el nombre de una rama del saber para referirse a la cosa que es objeto de su estudio viene de tiempo atrás. Todos recordarán expresiones del estilo de «a lo largo y ancho de toda la geografía nacional» o «la corrida hubo de suspenderse debido a la mala climatología». Pero el vicio va creciendo hasta límites insospechados. «Patología» es el caso más llamativo –el caso más patológico, digamos-, pues no sólo circula en la calle sino que se oye en boca de los mismos especialistas. Con esa ridícula pose que adoptan los galenos para darse importancia, nos hablan tan a menudo de «patologías» que se diría que han desaparecido los enfermos porque ya no hay «enfermedades». Rizando el rizo, el ayuntamiento de una ciudad cercana ha puesto en marcha un programa de cursos de salud dirigidos a «personas con patologías médicas». Como si pudiera haberlas de otro tipo. Otro síntoma preocupante de alguna de las enfermedades -que no patologías- padecidas por nuestro sufrido idioma.
Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 3.10.09