18 de diciembre de 2006

*APALIZAR


El verbo apalizar lleva años tratando de hacerse sitio en nuestro léxico. Aparte de su empleo hiperbólico en el lenguaje deportivo (con el significado de 'vencer abultadamente'), tiende a usarse en un sentido más literal ('dar una paliza', 'golpear con insistencia y saña'). Es así como lo aplica el periódico en esta noticia. Será que ya no basta con términos como apalear o vapulear. La violencia, pan nuestro de cada día, amplía su radio de acción y en justa correspondencia el idioma busca nuevas palabras para describir sus variadas modalidades.

9 comentarios:

Ander Izagirre dijo...

Otro tic curioso es el de "evoluciona favorablemente".

Ya nadie mejora, eso queda muy simplón. Lo de mejorar es para un simple catarrillo, cuando dejas de moquear. Pero si evolucionas favorablemente lo tuyo ya es de categoría, tienes como mínimo unos cuantos tubos conectados a tu cuerpo, una gráfica con la evolución de la fiebre y una cama que sube y baja.

Los futbolistas no tienen gripes, sino procesos gripales. Y para los meteorólogos nunca nieva: caen precipitaciones en forma de nieve.

Anónimo dijo...

Ander, quizá lo conozcas, pero va en la línea de lo que acabas de escribir. Es del gran Arteta, aunque esta vez metido a filólogo.

Interesante y sugerente.

(Perdón por la extensión, pero es que El País es de pago y no puedo poner el enlace).

"Arrecian los archisílabos"

AURELIO ARTETA 10/08/2005


Pronto hará diez años que me dio por reunir aquí mismo un amplio elenco de palabras circulantes entre nosotros que tenían en común su notoria y a menudo artificial largura (La moda del archisílabo, 21 de septiembre de 1995). Ya es que fueran preferidas a otras palabras presentes de igual significado, pero más breves, o creadas ex profeso a fuerza de estirar aquéllas, en todos los casos revelaban un gusto general por el alargamiento silábico. Todo suena como si nos empináramos sobre esos hinchados vocablos para ganar estatura, como si la pobreza de conceptos se compensara mediante la exuberancia en los términos. A fin de probarlo, y como el catálogo de archisílabos sigue abierto y creciendo, aquí va esta nueva remesa por si les aprovecha.

Y puestos a empezar por algún sitio, díganme por qué señalización en lugar de 'señal', y contrastación en vez de 'contraste', y connotación cuando sólo queremos decir 'matiz' o quizá 'sentido'. ¿Será que una vinculación resulta más fuerte que un 'vínculo' y una argumentación más convincente que un 'argumento'? Pregúntense si el horrísono concretización dice algo distinto de 'concreción' o 'plasmación', o la concertación entre las partes vale más que su 'concierto'; si una ejemplificación expresa otra cosa que un 'ejemplo' o si por un casual la apreciación o la valoración que ofrecemos van más allá del 'juicio' normal y corriente. A lo mejor no se han fijado, pero hace algún tiempo que la documentación ha suplantado a los 'documentos', un trueque parecido al que se produce cuando se nos pide la numeración -que no el 'número' o la 'cifra'- de ese mismo documento. Y, a fin de hacernos notar, dejamos la 'condición' a un lado para aludir a los condicionantes y hasta al condicionamiento.

Que alguien nos explique dónde radica la distinción entre deficiencia y 'defecto', continuado y 'continuo', industrializado e 'industrial', equipamiento y 'equipo'..., salvo en que los primeros términos abultan más que los segundos. Otrotanto pasa cuando se recurre al intercambio, y no ya al mero 'cambio' de impresiones, o al estar operativo, que toda la vida de Dios decíamos 'activo'. Sobra añadir que simplezas como 'antes' y 'después' sólo las usan quienes no se han rendido al anteriormente y posteriormente (o al con anterioridad y con posterioridad). Los más finos se lamentan con un desafortunadamente antes que con el más escueto 'desgraciadamente'. Los vehículos parecen 'chocar', cuando en realidad colisionan, lo mismo que ciertos dramas no nos 'conmueven' sino que nos conmocionan. El hombre común, al que su médico ya no le ordena un 'análisis' sino una analítica, se queda más pasmado ante una sintomatología que ante los meros 'síntomas' y se sirve de las nuevas tecnologías, pero nunca de las nuevas 'técnicas'. Es el mismo mecanismo que nos inclina al confusionismo frente a 'confusión', al secretismo por el 'secreto' y que nos pide llamar aislacionismo al 'aislamiento'. ¿Por qué razón? Sencillamente porque, siendo voces más ampulosas, aparecen dotadas de mayor empaque.

Se diría también que algún arrebato teórico nos está empujando al cultivo de la abstracción y a penetrar en las últimas propiedades del mundo y de la vida. Basta que escuchemos cómo la 'confidencia' deja paso a la confidencialidad y el simple 'crimen' a la criminalidad, lo mismo que por lo general ya no hay 'culpa' y sí culpabilidad (y culpabilizar ha desbancado al viejo 'culpar'), ni tampoco 'conflicto' porque al parecer predomina la conflictividad. Y a la hora de ponderar las 'múltiples' ventajas de un acuerdo, ¿acaso no mentamos la multiplicidad de esas ventajas?; y la 'mayoría' ¿no ha venido a ser la generalidad de la gente? Nadie pregunta por nuestra 'disposición' hacia tal o cual empeño, sino por nuestra disponibilidad hacia él. El ciudadano actual no se atiene a la 'ley', sino a la legalidad vigente.

Item más. En la inmobiliaria nos ofrecen su tipología de viviendas, que es cosa más sonora que los 'tipos', de modo semejante a como la modalidad se ha tragado al 'modo', junto con la 'versión' y la 'clase'. No buscamos mejorar el 'acceso' a un lugar, sino su accesibilidad; ni asegurar la 'duración' de un estado de cosas, nada de eso, sino su durabilidad; ni nos importa tanto el 'sostenimiento' de una institución como su sostenibilidad. Todo el mundo sabe que Navarra forma una comunidad política diferenciada, no sólo 'diferente', y que su primer cometido es preservar su especificidad (o sea, su 'carácter') foral. El nacionalista vasco no reivindica un 'territorio', sino una territorialidad, ya ven. Claro que somos 'individuos', pero al formar parte de ciertos grupos nos transformarnos -sin comerlo ni beberlo- en individualidades. ¿Qué es preciso guardar, la mera 'proporción' o la proporcionalidad?; ¿qué tememos perder, el 'honor' o más bien la honorabilidad?

Pongamos el oído a ver si detectamos algunos hallazgos del vocabulario técnico y comercial que todo lo infecta. Ahí tienen esos encantadores optimizar y optimización, que nos hacen prescindir de cualquier 'mejorar' y de toda 'mejora'. Resulta mucho más elegante incentivar que 'apoyar' o 'impulsar' a secas, así como ahora toca visionar lo que antes nos limitábamos a 'ver' o 'mirar' y visualizar lo que entonces íbamos a 'contemplar'. Pero también acudíamos a 'tiendas', a 'puestos' o a 'comercios', mientras que hoy día (perdón: a día de hoy) entramos y salimos de establecimientos de todas clases. Y me admitirán que personas y cosas ya no se 'cuentan', sino que se contabilizan; ni casi nada se 'planea', sino que se planifica; ni nadie resulta 'movido' a hacer algo, sino motivado. Donde esté el incrementar que se quite el 'aumentar' y dígase ralentizar para adorno del 'frenar', que queda más tosco. Una vez asegurada la esponsorización o financiación de un evento cualquiera, a ver qué hacemos con su 'respaldo' o 'patrocinio'. Vamos a fidelizar a la clientela y, desde luego, a implementar cuanto haga falta, aunque no sepamos a ciencia cierta qué decimos con tan novísimo palabro. ¿Que nos sale a cuenta el 'traslado' de nuestra empresa a países más baratos?; pues decidimos su deslocalización, y a otra cosa. Los tiempos no requieren personas 'capaces', sino capacitadas: y es que vivimos en un mundo globalizado, que no 'global' ni mucho menos cohesionado (léase 'unido' o 'concorde').

Pero si su pauta de galanura lingüística la dicta el habla del político, tiene usted donde escoger archisílabos, ya lo creo. No le faltarán ni el portavoz parlamentario notable por sus ocurrencias verbales, ni el periodista obediente que las recoja ni el público dispuesto a apropiárselas como si fueran palabra de Dios. Una por una, comience por mentalizarse para la tarea

que emprenda, no se limite a 'prepararse' o 'disponerse'. Tenga siempre en su boca referentes, nunca 'modelos', déjese del 'contexto' para situarse en un escenario y, en lugar de 'procesos', ponga en marcha alguna dinámica que otra. Pudiendo hacer un llamamiento, no se conforme con una 'llamada'. La vida humana, más que 'combate', es confrontación permanente. De modo que habrá de esmerarse en descalificar al contrario, no en 'despreciar' o 'insultar' a tal sujeto; a desvalorizar al de enfrente, sin llegar al punto de 'devaluarle'. Como se vea obligado a 'anular' o 'suspender' la convocatoria de un acto, debe desconvocarlo. Procure no dejarse marginalizar por sus jefes ni ser objeto de una turbia marginalización, que eso es más grave que su 'marginación'. Y líbrese de instrumentalizar a nadie, no sea que le acusen de 'manejarle' a su antojo.

Es de temer, ay, que la cofradía académica a la que pertenezco no salga mucho mejor parada en este festival de inflaciones verbales. Resulta conocido nuestro afán por revisitar lo que se quiere tan sólo 'revisar', enfatizar lo que bastaría con 'subrayar' y clarificar eso que tratamos de 'aclarar'. En cuanto se alude a alguna forma de 'crear', habrá de pronunciarse el generar, un comodín tan sobado como aquel articular que designa el sinfín de operaciones intelectuales que van desde el 'urdir' al 'ordenar' y 'componer'. Lejos de contentarnos con 'mostrar' o 'revelar', nos complace evidenciar y hasta patentizar. Siempre será más filosófico un imposibilitar que el modesto 'impedir', dónde va a parar, y más moderno la presuposición que el 'presupuesto'. ¿Por qué servirse de un planteamiento 'propio' o 'particular' teniendo a mano el enfoque específico, que para mayor suerte es esdrújulo?

Dejemos a Chesterton interpretar este fenómeno que ya denunció cien años atrás: "Las palabras largas nos pasan zumbando como los trenes largos. Sabemos que llevan cientos de demasiado cansados o demasiado indolentes para caminar y pensar por sí mismos. Las palabras largas no son las palabras difíciles; difíciles son las palabras cortas". Así se explican los archisílabos, "esas cómodas palabras largas que libran a la gente de la fatiga de razonar...".

Anónimo dijo...

Nahum, los dos artículos de Aurelio sobre las "sesquipedalia verba" son magistrales. Pero salta a la vista que no les han hecho mucho caso.

Anónimo dijo...

Creo que mi abuelo murió de esa enfermedad que usted cita, Señor Romera.

¡Gensanta!

Ander Izagirre dijo...

¡Sesquipedalia! Jmr, ¿existen la onicofagia y la triscaidecafobia? Son dos males estupendos pero no sé si los palabros son correctos: hábito de comerse las uñas y miedo al número trece.

Anónimo dijo...

Ander, de la triscaidecafobia se habló aquí ya un martes y 13. No decía nada del otro jueves, pero por si interesa:
http://romera.blogspot.com/2006/06/triscaidecafobia.html

En cuanto a las "sesquipedalia verba", en fin, veo a estos jóvenes un poco verdes en cultura clásica. Lo dijo nada menos que Horacio, el primero que criticó el vicio de alargar las palabras para aparentar sabiduría. A ver si nos vamos a meter también con los maestros.
Aquí se puso algo de esto:
http://romera.blogalia.com/historias/39174

Ander Izagirre dijo...

El día de la triscaidecafobia yo andaba vespeando por el delta del Ebro.

Y reconozco que mi cultura clásica es un páramo: en latín sólo sé decir astronauta y espagueti.

Anónimo dijo...

hola!

Hay muchos palabros que sin ser correctos son geniales y aclaran significados que, de no usar esas palabras, se necesitarian frases enteras.

Por ejemplo:

Perroflauta, gafapasta, pagafantas, etc etc

la diferencia del ingles y del español, por ejemplo, es que el primero esta en constante desarrollo y el nuestro, no. Somos así. Tradicionalistas hasta para la lengua.

PD: Pensaba q apalizar era correcto...

Anónimo dijo...

Volviendo al ejemplo de la entrada original, y a tenor del origen geográfico de la noticia, parece claro que es una traducción literal del catalán "apallissar", que, efectivamente, significa apalear, vapulear o dar una paliza.