26 de diciembre de 2006

FLECOS


En toda negociación suele haber una letra pequeña, unos detalles menores, unos asuntos laterales que se dejan para última hora y que a veces, alcanzado el acuerdo en lo principal, alargan más de lo debido la aprobación o la firma del contrato. Son lo que se ha dado en llamar los «flecos». Fleco es el adorno formado por unos hilos anudados artísticamente en el borde de ciertas telas o de algunas prendas, pero también el deshilachado producido por el desgaste en una ropa, una alfombra, un trapo cualquiera. Es esta última acepción de la palabra la que da sentido a su uso metafórico como «acuerdos pendientes»: unas incómodas pejigueras que hay que eliminar para dejar la obra bien acabada. Donde el empleo de «flecos» pierde algo de su coherencia es al aplicarle determinados verbos. Que «queden flecos» no sólo se entiende bien, sino que resulta lógico y correcto. Ahora bien, cuando los asuntos son resueltos definitivamente, ¿por qué es costumbre ya tópica decir que se «han cerrado» los flecos? Los flecos pueden «cortarse», «atarse» o «anudarse»: cualquiera de estos verbos redondearía bien la metáfora. Pero nunca se pueden «cerrar», porque no son cajas ni puertas. Si nos mantenemos en el plano léxico de los «acuerdos» o de los «asuntos» pendientes, a su solución final le encaja perfectamente el verbo «cerrar». Pero si preferimos quedarnos en el plano de lo figurado y hablar de «flecos», no hay cierres que valgan. Y lo mismo podría decirse de «aclarar los flecos», «resolver los flecos» y otras fórmulas similares. Cuestión de congruencia metafórica.

(Publicado en Juego de Palabras, del suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 21.12.06)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sr. Romera, si se da una vuelta por el último post de este blog se encontrará con una foto simpática.

Delicias de la "horticultura", qué dirían Les Luthiers.

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