Hay adjetivos hechos el uno para el otro, que acostumbran a caminar juntitos y amarraditos por el bosque de la escritura y por entre las expresiones orales, que han encontrado su media naranja hasta que la muerte los separe. Adjetivos siameses, en fin, como «hecho y derecho», «mondo y lirondo», «puro y duro», «corriente y moliente», «contante y sonante», aunque formando dúos de más mérito porque apenas guardan parecido entre sí y ni siquiera riman como estos otros. Es el caso de esa entrañable pareja que últimamente asoma por todas partes y en cualquier momento: claro y contundente.
Tan estrecho es el vínculo que los ata, que pronto el agua no será «clara» sino «clara y contundente», y los días despejados serán «claros y contundentes», y al blanco del huevo habrá que llamarle «clara y contundente», y quizás las claraboyas pasen a adoptar el nombre de «claras y contundentes boyas». Aquí tienen algunos casos recientes obtenidos casi al azar de diversas páginas de prensa:
Miquel Iceta, portavoz del PSC, lanzó un mensaje claro y contundente a ERC.
El Opus Dei se muestra claro y contundente en un comunicado sobre el ‘Código da Vinci’.
El PSOE exige al alcalde de Lorca una rectificación pública, clara y contundente sobre Polaris y Aldama.
El ex-ministro Bono asegura de forma clara y contundente que a él de la política no le echan las dificultades.
Y hasta la misma Condoleezza Rice dio una respuesta clara y contundente a las autoridades iraníes a cuenta de la producción de combustible nuclear.
Antes, al hablar claro y sin tapujos le decían 'llamar al pan, pan, y al vino,vino'. Ahora es hacerlo de forma clara y contundente.
16 de abril de 2006
CLARO Y CONTUNDENTE
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