16 de noviembre de 2009

PENA DE TELEDIARIO

Será tal vez debido al efecto multiplicador de la televisión y otros medios, pero es asombrosa la facilidad con que las voces recién inventadas prenden en el idioma. No habrá pasado un mes desde la primera vez que oímos hablar de la «pena de telediario» y ya no hay columnista, articulista o tertuliano que no la emplee. Vaya por delante que se trata de un feliz acierto. Así como hay penas de muerte, de privación de libertad o de trabajos forzados, existen las de escarnio público. Antes se aplicaban atando al reo en la picota o paseándolo embreado y emplumado a lomos de un burro por las calles del pueblo, y ahora el instrumento de tortura aplicado es la televisión. Alguien es detenido por sospechoso, o llamado a declarar ya sea como testigo o como imputado, y el principio de presunción de inocencia queda abolido desde el momento en que las cámaras lo muestran saliendo del furgón policial a la entrada de los juzgados. Con el sintagma «pena de telediario» se expresa esa especie de condena sumarísima dictada por la opinión pública, una condena inapelable y sin reparación ante la que el penado queda indefenso. Parece ser que «pena de telediario» empezó a usarse como queja por parte de algunos detenidos en la ‘Operación Pretoria’, a quienes la cámara indiscreta captó esposados y cargando una bolsa con sus pertenencias camino de la Audiencia Nacional. De entonces a aquí, aunque haya llovido poco, la etiqueta es aplicada a todos cuantos aparecen de esa guisa en las pantallas. Un buen hallazgo verbal, si no fuera por la insistente y machacona repetición.

Publicado en el suplemento cultural 'Territorios' de El Correo, 14.11.09

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Quién fue el primero/a en decirlo? Pregunto y unos me dicen que SSS (Soraya Sáez de Santamaría), y otros que una jueza catalana. ¿O hubo alguien antes?

Anónimo dijo...

Cuando he visto el título de la entrada he pensado: "Pues sí, los telediarios dan mucha pena".
Primera noticia que tengo de tal sintagma, que a más de uno no le provoca más que risa, porque tienen más cara que espalda. Muchas veces saldan sus cuentas pasando un poco de vergüenza- los que la tienen- o dimitiendo, pero con los millones en Suiza.