Si ella levantara la cabeza tendría que resignarse y aceptar que hoy ya no existe otro PC que el Personal Computer, el *pecé verdadero. Pero también a este le empieza a alcanzar el crepúsculo de las ideologías. Clientes, parroquianos, usuarios, militantes, ya todo es uno y lo mismo. Perdido el referente, las palabras bailan sueltas en la pista bajo la ruidosa confusión de los signos.
(El País, 19.12.10)
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