Un acertado
calambur. Alguien que
arregla telas difunde su negocio recurriendo al uso pronominal del verbo arreglar junto con el complemento «las» (y, en este caso, con el añadido frecuente «como puedas») en el sentido de ‘resolver’ o ‘apañar’.
Arréglatelas. Y al mismo tiempo parece proponer una nueva denominación de oficio: el (o la) «
arreglatelas», puesto que se ocupa de
arreglos y transformaciones de ropa. La tarjeta lo dice todo. De donde se deduce que la creatividad verbal no es exclusiva de los informáticos, los economistas y los tecnólogos. También los viejos gremios saben arreglárselas para idear nuevas palabras.
4 comentarios:
bello calambur, sí señor
Yo me pregunto de dónde los sacas. Parece que tuvieras cientos de espías por la ciudad todos empeñados en suministrarte temas, todos encantados de alegrarte el blog. Y todo esto, partiendo de que es muy muy bonito.
En mis remotos tiempos de la Facultad, una buena profesora de Lengua nos insistió en que para estudiar bien la lengua hay que llevar los oídos atentos y los ojos abiertos allá donde uno vaya. Desde entonces sigo su consejo y certifico que funciona. Lo de la red de espías no es mala idea, Lucía. Abro el periodo de inscripción: a ver si alguien se apunta.
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