2 de diciembre de 2025

 Lo que viene siendo

 

Como hablar es gratis hay quienes acostumbran a hacerlo largo y tendido, aumentando el tamaño de las palabras o el número de estas en la frase, como si de ese modo se expresaran mejor. Se conoce que para ciertos hablantes la competencia lingüística no consiste en emplear en cada momento la palabra adecuada, sino en encadenar polisílabos, redundancias, muletillas y circunloquios. Es un viejo vicio que ya denunció Horacio al hablar de las «sesquipedalia verba», las palabras sobredimensionadas que puestas en boca de los héroes trágicos los hacían parecer fingidos y ridículos. Pero la costumbre del alargamiento no se da solo en la mala literatura o en las neolenguas de la economía, la publicidad y la política, tan dadas siempre al exceso. También ha penetrado en el uso común. Un ejemplo: la innecesaria cuña «lo que es» encajada delante de los sustantivos. «Siga usted por lo que es la avenida; cuando llegue a lo que es el semáforo tuerza a la derecha y al fondo encontrará lo que es la estación», me indicó días pasados un amable samaritano. Espantoso, pero admitido. Tan firmemente se ha instalado el «lo que es» en nuestra comunicación oral que ya ni siquiera cumple la función enfática para la que se creó, a juzgar por un nuevo alargamiento que ha experimentado. Ahora decir «lo que es» suena a escaso, y su lugar lo ocupa «lo que viene siendo». Es más largo, más rebuscado, más absurdo; en fin, la fórmula ideal para alcanzar la necedad expresiva. Y además ofrece otras posibilidades de ampliación, a juzgar por lo oído a un vendedor de muebles que informaba a su cliente del precio de un sillón en venta: «Estaríamos hablando de lo que viene siendo mil euros». 

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