21 de diciembre de 2025

 


Los desalojados en Badalona acampan delante del instituto B9 para pasar la noche al raso.


«En situación de calle»


Varias noticias recientes nos han hablado de las «personas en situación de calle». Con los eufemismos suele ocurrir que apenas echan a andar ya dan señales de agotamiento, y urge reponerlos antes de que entren en fase de putrefacción y empiecen a oler mal. Con este de «personas en situación de calle» no va a pasar, porque ya venía tocado del ala desde su origen hace dos décadas. Significa, como sabrán, personas sin recursos que carecen de un lugar donde alojarse. Uno procura estar al tanto, por oficio y un poco por vicio, de las discusiones académicas que dan lugar a esta clase de acuñaciones verbales. Quiero decir que comprendo las razones bondadosas de quienes buscan el modo de no herir de palabra a los vulnerables ni causarles más malestar que el que ya les provocan sus penalidades. Los términos de la pobreza están sometidos a continua renovación porque todos sin excepción se cargan enseguida de desprecio, vergüenza, estigma y culpa. Pero, ¿«en situación de calle»? ¿A quién se le ha ocurrido que una abstracción administrativa de ese jaez pueda contribuir a la dignificación de nadie? ¿Qué clase de fobia a los nombres y adjetivos conocidos -pobres, indigentes, vagabundos, desposeídos, necesitados, desprotegidos, desamparados, sintecho- empuja a poner en su lugar raras construcciones de dudosa gramaticalidad y significado impreciso que confunden más que amparan? Uno de los fines de la neolengua es que todos miremos el mundo y sus criaturas con ojos de funcionario. Lo cual no quiere decir que el resultado funcione en términos de comunicación verbal ordinaria, y menos aún que sea una invitación eficaz a la solidaridad. Ni que suponga un paso hacia la justicia. Sostienen que introducir la palabra «situación» sirve para subrayar el carácter transitorio de la pobreza, sin reparar en que así invita a la indiferencia: no 'son' pobres, sino que 'están' pobres; ya dejarán de estarlo, pues. Los cientos de desalojados del instituto B9 en Badalona -ese laboratorio de técnicas xenófobas- han dejado de estar a cubierto para pasar a tener la consideración de personas en situación de calle, pero eso no les ha librado de ser expulsados también de las calles por la policía. No sabemos qué etiquetado eufemístico les corresponderá ahora. ¿En situación de intemperie, tal vez? 

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