La palabra «está tan desprestigiada que ni siquiera nuestro goloso Diccionario de la Real Academia la recoge. Y me parece completamente injusto tratándose de una de las pocas expresiones que ha perdurado desde hace más de diez siglos con escasa variación tanto en su forma como en su significado, desde aquel “hideputa” que podíamos encontrar ya en textos clásicos de los albores de nuestra literatura, hasta los actuales “joputa” e “híoputa”, con todo su espectro de valores intermedios (“jodeputa”, “hiputa”, “quijjjodeputa” y muchos otros), distribuidos más o menos uniformemente por la geografía nacional e incluso local, ya que, como todo el mundo sabe, la hijoputez va por barrios». Es lo que explica con acierto Otis B. Driftwood en su hilarante bitácora. Una reflexión léxico-sociológica muy aguda.
4 comentarios:
Gracias por la referencia :-)
Un saludo.
Una referencia obligatoria en este asunto:
http://www.youtube.com/watch?v=MXolkYmTzsQ
Es que hay que beber de las referencias adecuadas ;-)
Las palabrotas, usadas en el momento oportuno, pueden ser una maravilla. Lo mismo pasa con los insultos, con gracia. Como con todo, generalmente no hay que abusar de su uso. Aunque una retahíla de ellos bien soltada, bien escogidos, como el capitán de Tintin, puede ser muy gracioso. Supongo que si se acabase su "prohibición" habría gente que los usase menos porque les perdería la gracia, la atracción por lo prohibido. Supongo que también habría los que se lanzasen a soltarlos sin "temor". Vayan los unos por los otros, pues. Pero en realidad son palabras como cualquier otra, es una convención social que estén mal vistas, convención que con el tiempo también puede cambiar. Que palabras como joder, coño, cojones...estén mal vistas tiene un trasfondo puritano.¡Y mira que pueden ser dichas con gracia, además!. Y ya acabo, que me estoy liando, joder.
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