1 de noviembre de 2011

Guerra a los artículos

Todo invita a pensar en un complot en toda regla contra los artículos, en una conspiración encaminada a borrar de la faz de la tierra cualquier vestigio de una categoría gramatical hasta hace poco considerada pieza fundamental en la construcción de la frase. Desde los periodistas que recogen información «de Moncloa» hasta los camareros que piden los platos «en cocina» o los empleados que trabajan «en Diputación», pasando por el oficinista que lleva su informe «a dirección» o el tertuliano televisivo que perora «en plató», se diría que todos nos hemos puesto de acuerdo para enviar a los artículos a mejor vida. Algo debe de influir en la propagación de este vicio exterminador la errónea creencia de que el artículo vulgariza, como ocurre con los nombres propios de persona, y de que en cambio su ausencia concede al nombre cierto porte y tronío. Al parecer algunos creen más digno trabajar «en ventanilla» que «en la ventanilla», y unos papeleos pasados «por secretaría» sugieren trámites de mayor enjundia que los efectuados «en la secretaría». Por si eso no bastara, otra mala costumbre empieza a triunfar en los medios audiovisuales: la de emplear el demostrativo «ese, -a» allá donde la frase exige el artículo «el» o «la»: «estaremos en esa conferencia que se va a celebrar mañana», «habrá que leer ese libro premiado con el Planeta», «sin noticias de esos niños desaparecidos en Córdoba». La preferencia por el demostrativo en perjuicio del artículo no es ajena al sesgo tremendista que van adquiriendo nuestros medios, en cuya peculiar gramática se diría que un nombre con demostrativo resulta más sonoro que acompañado de un discreto y sencillo artículo. De un artículo en vías de extinción, si nadie pone remedio.