En
principio parece raro que el humo, símbolo de muerte según nos enseñaron los
ascetas barrocos, sirva también para designar las vanidades mundanas. Pero el
humo de la cremación nada tienen que ver con el humo al que aluden fórmulas
como «tener muchos humos» o «subírsele los humos (a la cabeza)», de origen
distinto. Mediante ellas, el idioma remonta los tiempos y nos conduce a épocas en
que el humo era signo de distinción. Dice Covarrubias en su Tesoro de la
lengua castellana que tener muchos humos —o muchos «fuegos»— era tanto como
tener muchas propiedades. Las chimeneas pregonaban la grandeza de la posesión y
si además se veía salir humo de ellas era señal de que dentro había calor y
comida, confort y abundancia. En las descripciones geográficas antiguas
aparecen con frecuencia menciones de aldeas de un número determinado de humos, para
indicar su dimensión (de hecho, todavía el Diccionario registra una acepción
arcaizante de «humo» como sinónimo de casa u hogar). En la cultura del
«tanto tienes, tanto vales», es normal que este humo acabara identificándose
con la presunción, el orgullo y la arrogancia. Otra forma de ufanarse de
categoría social era colocar en el exterior de las propiedades estatuas de los
antepasados, más valiosas cuanto más oscurecidas (con más «humos», según
Covarrubias) se las veía por efecto del tiempo. Sea como fuere, es frecuente
encontrar en nuestros clásicos expresiones como «tener humos de
aristocracia», «darse humos de sabio» o «subírsele
los humos de la soberbia». Y, en el otro extremo, «bajar los humos» como
forma de aplicar al engreído una cura de humildad, de darle una lección, de
corregir su insolencia.
25 de septiembre de 2011
24 de septiembre de 2011
*HA HACER
Se me ocurre que si quitamos la hache a la preposición y aprovechamos el hueco que nos deja para colocar el signo de interrogación de apertura delante del «no?» del final mataríamos dos pájaros de un mismo tiro ortográfico y no podríamos poner la excusa de que Twiter nos limita el número de caracteres. No es más que una sugerencia, en fin.
Más sobre el autor del tweet, aquí.
Vía @nagorealacontra
19 de septiembre de 2011
CHIRINGUITO
El
origen de la palabra «chiringuito» se remonta a «chiringo», nombre dado en Cuba
a un pequeño chorro de café que los trabajados de las plantaciones obtenían
para consumo propio. Más tarde, convertido en diminutivo, pasó a aplicarse por
ampliación metonímica a algunos bares modestos donde se servían cafés y otras
bebidas. El salto a la península se produjo a principios del XX, en Sitges, por
medio de un bar que adoptó como nombre El Chiringuito y cuyas servilletas
todavía pregonan con orgullo el título de ‘First Chiringuito in Spain’. Se dice
que quien dio la idea fue González-Ruano, veraneante fiel en Sitges y asiduo
cliente del establecimiento. Pero no parece probable si se tiene en cuenta que
el nombre del local se remonta a 1913, cuando el escritor apenas había cumplido
los diez años y aún faltaban treinta para que empezara a visitar Sitges. Del chiringo caribeño a las canciones de Georgie Dann hay un largo y
provechoso recorrido del término, hoy totalmente asentado en el castellano con
el significado de ‘bar de playa’. No conforme con ese apacible destino,
«chiringuito» empieza a extenderse en sentido figurado como sinónimo de oficina
o lugar de trabajo («ya es hora de apagar el ordenador y cerrar el
chiringuito»), negocio generalmente irregular («la policía descubrió el
chiringuito de grabaciones piratas que tenía montado») o, con intención más
irónica, organización de grandes dimensiones («ha ampliado la empresa y menudo
chiringuito tiene en el polígono»). Un caso de éxito que demuestra cómo en la
lengua cualquier palabra, por insignificante que sea, puede triunfar si le
acompañan la suerte y el favor de los hablantes.
14 de septiembre de 2011
Kaká se cae
A juzgar por las noticias, una de los lesiones más frecuentes entre los jugadores de fútbol se produce al caerse de la convocatoria. He mirado en el buscador de noticias de Google y encuentro que la expresión «se cae de la convocatoria» da nada menos que 574.000 resultados, a los que habría que añadir los correspondientes a otras variables flexivas del verbo caer: se caen, se cayó, se ha caído, etcétera. La última víctima de este singular traumatismo producido en el bosque de los tópicos ha sido el delantero brasileño conocido por su hipocorístico de Kaká. Otra bonita costumbre de muchos jugadores: hacerse poner en la camiseta el nombre con que les llamaba la maestra en el parvulario. Pues bien, resulta que en un entrenamiento Kaká sufrió una caída a resultas de la cual quedó lesionado. Y eso le ha provocado una segunda caída, ahora desde lo alto de una convocatoria. El titular lo cuenta con una alegre cacofonía: «Ka-ká se cae de la con-vo-ca-toria». Desde aquí le deseamos una pronta recuperación.
13 de septiembre de 2011
*AFLIJIDO
«Aflijido»: no es un error ortográfico del periódico, sino la
reproducción del nombre del animal tal como consta en el registro civil de los
toros, como le viene de sangre, como se llamaban los sucesivos sementales que
lo han traído hasta aquí a lo largo de generaciones, según explica el ganadero.
Pero la razón genealógica no debería haberse impuesto sobre la ortográfica,
porque la mayoría de los nombres de pila han ido adaptándose a la norma de cada
época. Además de que no es muy razonable convertir la ignorancia de algún
remoto vaquero en credencial de valor cultural, el hecho es que hoy no
escribimos Estevan, sino Esteban, ni Calisto en lugar de Calixto. Sin embargo
el cosmos taurino se comporta como un mundo aparte en muchos órdenes, y el de la escritura no
podía ser menos. El pobre Aflijido ha
caído hoy atravesado por la lanza de la tradición tordesillana, tal como
muestra la fotografía, y para más inri lo ha hecho con la aflicción añadida de
la letra jota, otra premonitoria lanza que trajo clavada desde la cuna.
*MONITARIA
Sensible a la hecatombe económica, también el idioma va dando indicios de deterioro y confunde las vocales para dar lugar a un involuntario neologismo que tal vez no sea tan descabellado como parece. Pensar que no hablamos de 'monedas' sino de 'monitos' invita a reflexionar acerca del relativo valor de la ciudadanía en estos atribulados tiempos que corren.
Hoy en elpais.com.
10 de septiembre de 2011
Una coma intrusa
(Teletexto de TVE, 10.8.2011)
«No, a bajar salarios» más parece una decidida exhortación a la explotación laboral que una negativa como la que ha expresado Rubalcaba. Ay, las comas. Como decía mi buen amigo F. a sus alumnos, «no es lo mismo Feliz Nochevieja que Feliz noche, vieja».
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