Un buen quevedista ha leído el impreso de la declaración de la renta con lentes de filólogo y trae a su blog algunas expresiones diabólicas de ese lenguaje oficinesco ideado para facilitar las cosas al ciudadano. Y es que Hacienda somos todos, también en materia de idioma.
Para entender el folleto explicativo (qué ironía) de la declaración de la Renta hay que ser un verdadero especialista en lenguas vivas, muertas y en lenguaje de signos. Estoy convencido de que, salvo quienes viven de ello, la mayoría de la población hace la declaración a ojo. Porque no entiende, claro.
ResponderEliminar¿y qué me decís del "manual práctico" de 932 páginas?
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