Cuando uno empieza a leer «el primer atentado de la legislatura provoca...» espera a continuación un complemento directo de sentido negativo: tristeza, dolor, indignación, destrozos, muerte. El verbo provocar, en su acepción de ‘hacer una cosa que ocurra otra como reacción o respuesta a ella’ (María Moliner), no parece admitir de buena gana complementos del estilo de «acercamiento». ¿Será entonces que, en el subconsciente del periódico que esto redacta, el acercamiento entre Zapatero y Rajoy pertenece al ámbito de los infortunios?